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completo - Sociedad Argentina de Antropología

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Relaciones <strong>de</strong> la <strong>Sociedad</strong> <strong>Argentina</strong> <strong>de</strong> Antropología XXXIIintervenía <strong>de</strong> manera <strong>de</strong>stacada la falta <strong>de</strong> “investigación empírica o ‘trabajo <strong>de</strong> campo’” (Hermitte1982:7, Vessuri 1992). El consenso <strong>de</strong> los antropólogos sociales que regresaban a las universida<strong>de</strong>s<strong>de</strong> Buenos Aires, La Plata y Rosario, y también al CONICET, era unánime al respecto. Los cursosuniversitarios no requerían “una práctica <strong>de</strong> campo”, los pedidos <strong>de</strong> subsidios correspondientes sehacían “por períodos <strong>de</strong> quince días a un mes”, reiterando las viejas usanzas limitadas al “mes <strong>de</strong>receso <strong>de</strong> la universidad”, lo cual generaba conclusiones y generalizaciones sin una etapa previa,suficientemente prolongada, <strong>de</strong> recolección <strong>de</strong> datos (Hermitte 1982).La referencia i<strong>de</strong>al para estas afirmaciones no siempre estaba en el exterior. En la <strong>Argentina</strong>también había un pasado en el que los jóvenes antropólogos podían ser i<strong>de</strong>ntificados, más quepor su orientación teórica por las localida<strong>de</strong>s don<strong>de</strong> habían hecho campo y a las que apodabancon nombres ficticios: Santa Cecilia en el norte santafecino era casi intercambiable con EduardoArchetti y Kristi-Anne Stolen; Cebil Pozo en Santiago <strong>de</strong>l Estero con Vessuri; Huarco en Catamarcacon Hermitte y Herrán; y Apóstoles -único nombre real- en Misiones con Bartolomé. Delos antropólogos porteños sólo Bilbao y Ratier quedaron i<strong>de</strong>ntificados con Campo <strong>de</strong> Herrera(Tucumán) y con Villa Maciel (Avellaneda).Pero el panorama cambiaría con la apertura paulatina <strong>de</strong> las condiciones <strong>de</strong> investigación.Salvo quienes se abocaran a poblaciones étnicamente marcadas -como Claudia Briones y JuanCarlos Radovich con los mapuche y Pablo Wright con los q’om- los nuevos rótulos que caracterizaríana los antropólogos provendrían <strong>de</strong> áreas temáticas -salud, educación, política, ciudad,familia, pesca- en distritos predominantemente urbanos. Este contexto favoreció la focalizaciónanalítica en el trabajo <strong>de</strong> campo como incentivo <strong>de</strong> un diálogo con otras disciplinas sociales yhumanísticas que ya abordaban estas áreas aunque con perspectivas diferentes. Dado que en estoscasos la alteridad <strong>de</strong> los grupos estudiados -médicos, maestros, pescadores, políticos, familiares<strong>de</strong> <strong>de</strong>saparecidos- no era tan evi<strong>de</strong>nte, la noción <strong>de</strong> reflexividad introducida por la etnometodologíanorteamericana <strong>de</strong> la década <strong>de</strong> 1950, y revivida en otros parámetros por diversas corrientesposteriores, se constituyó en una variable sensible para empren<strong>de</strong>r y analizar la aproximaciónetnográfica. Las experiencias propias <strong>de</strong>l campo comenzaron a integrar el objeto <strong>de</strong> investigacióny aunque Hermitte no conceptualizara su trayectoria en Chiapas y Catamarca como “reflexiva”Rosana Guber, discípula suya, entendió que había aprendido más escuchando a su maestra -porejemplo cómo había convencido a los pinoltecos <strong>de</strong> que ella no era un hombre disfrazado <strong>de</strong>mujer para engañar a los maridos en su ausencia- que en los habituales manuales <strong>de</strong> campo <strong>de</strong>las décadas <strong>de</strong> 1960 y 1970. Si bien es cierto que no hay recetas, precisamente porque los antropólogossociales abordan una realidad empírica en términos <strong>de</strong> su alteridad, también es ciertoque existen algunos principios que los antropólogos, a sabiendas o no, aplicamos en nuestrostrabajos <strong>de</strong> campo. El libro publicado por Guber en 1991 gracias al diálogo interdisciplinario -concretamente a la gestión editorial motivada en el interés que suscitaban en el intelectual AníbalFord los métodos no estructurados <strong>de</strong> los antropólogos- retomaba varias sistematizaciones sobreel trabajo <strong>de</strong> campo intentando darles un lugar <strong>de</strong> conocimiento a las anécdotas propias y ajenasque componen la sustancia <strong>de</strong>l métier etnográfico ([1991] 2004 y 2001).El trabajo <strong>de</strong> campo comenzó a ser objeto <strong>de</strong> análisis en los congresos <strong>de</strong> antropología socialy, específicamente, en las Jornadas <strong>de</strong> Etnografía y Métodos Cualitativos. Dichas Jornadas, convocadaspor el Grupo Taller <strong>de</strong> Trabajo <strong>de</strong> Campo Etnográfico <strong>de</strong>l IDES (Instituto <strong>de</strong> DesarrolloEconómico y Social) <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1994, se realizaron en 1998, 2000, 2004 y 2007 en continuidad conel Centro <strong>de</strong> Antropología Social, abierto por Hermitte en 1974 para reproducir la antropologíasocial expulsada <strong>de</strong> las aulas nacionales. El éxito y pluralidad <strong>de</strong> dichas reuniones <strong>de</strong>muestra queprobablemente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la década <strong>de</strong> 1990 el método etnográfico constituye el principal articuladorentre la antropología y las <strong>de</strong>más ciencias sociales, proliferando las cátedras y seminarios específicosen carreras y en posgrados no estrictamente antropológicos.Entre tanto el clima <strong>de</strong> apertura <strong>de</strong> opinión y <strong>de</strong> expresión, a<strong>de</strong>más <strong>de</strong> un más amplioacceso a bibliografía internacional a través <strong>de</strong> Internet, permitió el acceso a nuevos <strong>de</strong>sarrollos396

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