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Kass Morgan - Los 100

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mirada. Pero antes de que ninguno de los dos dijera nada, inspiró a fondo y dio un paso adelante.<br />

—Tengo algo que decir —anunció. Estaba temblando, aunque hablaba con decisión.<br />

<strong>Los</strong> susurros nerviosos y los murmullos de confusión se fueron apagando a medida que casi un<br />

centenar de cabezas se volvía a mirar a Octavia. A la parpadeante luz del fuego, Bellamy advirtió<br />

que su hermana estaba asustada, y sintió el impulso de acercarse a ella para tomarle la mano. Sin<br />

embargo, forzó a sus pies a quedarse donde estaban. Había dedicado tanto tiempo a cuidar de ella,<br />

todavía una niña en su mente, que no se había molestado en conocer a la persona en la que se había<br />

convertido. Ahora mismo, Octavia debía afrontar esto sola.<br />

—Yo cogí los medicamentos —declaró. Se interrumpió, para dejar que los presentes asimilaran la<br />

información. Acto seguido inspiró y prosiguió, mientras un murmullo de «lo sabía» y «te lo dije»<br />

crecía como un trueno.<br />

Octavia narró al grupo una versión parecida a la historia que le había contado a Bellamy aquel<br />

mismo día: lo duro que era crecer en un centro de cuidados y cómo su dependencia de las pastillas se<br />

había convertido en adicción.<br />

<strong>Los</strong> murmullos cesaron cuando a Octavia se le quebró la voz.<br />

—Allá en la colonia, nunca pensé que estuviera perjudicando a nadie. Robar me parecía la forma<br />

más lógica de conseguir lo que merecía. Supuse que todo el mundo debía tener la oportunidad de<br />

dormir por las noches. De despertar sin tener la sensación de que las pesadillas te habían dejado<br />

cicatrices en el pensamiento —inspiró hondo y cerró los ojos. Cuando los abrió, Bellamy advirtió el<br />

leve brillo de las lágrimas—. He sido tan egoísta y estaba tan asustada… Pero no quería hacerle<br />

daño a Thalia ni a nadie —se volvió a mirar a Clarke y se tragó el sollozo que le subía por la<br />

garganta—. Lo siento mucho. Sé que no merezco que me perdonéis, pero os pido que me deis la<br />

oportunidad de volver a empezar —levantó la barbilla y pasó la mirada por el corro. Cuando vio a<br />

Bellamy, esbozó una leve sonrisa—. Igual que queréis hacer todos los que estáis aquí. Sé que muchos<br />

de nosotros hemos hecho cosas de las que no estamos orgullosos, pero nos han dado la oportunidad<br />

de comenzar de cero. Soy consciente de que he estado a punto de causar un daño irreparable, pero<br />

me gustaría volver a empezar; convertirme en una persona mejor, contribuir a hacer de la Tierra ese<br />

mundo en el que todos queremos vivir.<br />

El corazón de Bellamy se hinchó de orgullo. Las lágrimas le empañaban la vista, aunque si alguien<br />

se lo hubiera señalado, lo habría atribuido al humo. Su hermana había vivido en unas condiciones<br />

espantosas desde el principio. Había cometido errores —igual que él—, pero aún era capaz de sacar<br />

fuerzas de flaqueza.<br />

Por un momento, todo el mundo guardó silencio. Incluso el crepitar del fuego disminuyó, como si<br />

la misma Tierra contuviera el aliento. Entonces, la voz de Graham rompió la quietud.<br />

—Chorradas.<br />

Bellamy se crispó y una chispa de rabia prendió en su pecho, pero apretó los dientes. Graham<br />

tenía que reaccionar como el capullo que era, claro que sí… pero eso no significaba que el discurso<br />

de Octavia no hubiese conmovido al resto. Sin embargo, en vez de provocar bufidos y murmullos de<br />

desaprobación, las palabras de Graham desataron una marea de asentimientos que rápidamente se<br />

transformaron en gritos. Este miró a su alrededor antes de proseguir.<br />

—¿Por qué íbamos a matarnos a trabajar todo el día, cortando madera, cargando agua, haciendo lo<br />

necesario para que todo el mundo sobreviva, solo para que una drogadicta psicópata nos pisotee? Es<br />

como ser…

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