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El canciller había dejado muy claro que se trataba de una operación de máximo secreto. <strong>Los</strong><br />
padres de los participantes no serían informados hasta que se tuviera la certeza de que sus hijos<br />
habían sobrevivido al viaje; o hasta que el Consejo supiera que jamás volverían.<br />
—Tienes suerte de poder verla.<br />
Glass no respondió. Sabía que Luke estaba pensando en su propia madre, que había muerto cuando<br />
el chico tenía diecisiete años, motivo por el cual había acabado viviendo con su vecino Carter, de<br />
dieciocho.<br />
—Sí —dijo Glass con voz temblorosa. Tenía muchas ganas de ver a su madre pero, aun sin el<br />
brazalete, los guardias no tardarían en encontrarla. ¿Qué era más importante? ¿Despedirse o<br />
ahorrarle a su madre el dolor de ver cómo se llevaban a su hija para ejecutarla?—. Deberíamos<br />
continuar.<br />
Cruzaron el puente en silencio. Glass no podía dejar de mirar las estrellas. No se había dado<br />
cuenta de lo mucho que amaba las vistas desde el puente hasta que la encerraron en una celda<br />
minúscula y sin ventanas. Echó un vistazo a Luke, sin saber si sentirse aliviada o herida por que no la<br />
mirara siquiera.<br />
—Deberías volver —le dijo Glass cuando llegaron al puesto de control de Fénix, que, tal como<br />
Luke le había prometido, estaba vacío—. No me pasará nada.<br />
Luke apretó los dientes y sonrió con amargura.<br />
—¿Eres una fugitiva y aún no me consideras digno de conocer a tu madre?<br />
—No lo he dicho por eso —protestó ella, pensando en el rastro que Luke ya había dejado tras de<br />
sí—. Corres peligro al ayudarme. No puedo permitir que arriesgues la vida. Ya has hecho<br />
demasiado.<br />
Él cogió aire como para decir algo, pero luego cambió de idea.<br />
—Vale.<br />
Glass forzó algo parecido a una sonrisa, haciendo esfuerzos por no llorar.<br />
—Gracias por todo.<br />
La expresión de Luke se suavizó una pizca.<br />
—Buena suerte, Glass.<br />
Se inclinó hacia ella, y Glass, por costumbre, levantó la cabeza para ofrecerle los labios… pero<br />
entonces Luke retrocedió un paso y despegó los ojos de ella con un esfuerzo casi físico. Sin decir<br />
nada más, se dio media vuelta y se alejó en silencio por donde habían venido. Con los labios<br />
entumecidos por la ausencia de aquel beso de despedida que nunca volverían a compartir, Glass lo<br />
miró marchar.<br />
Cuando llegó a la puerta de su casa, levantó la mano y llamó con suavidad. La puerta se abrió y su<br />
madre, Sonja, se asomó. Una sinfonía de emociones asomó a su rostro al instante: sorpresa, alegría,<br />
confusión y miedo.<br />
—¿Glass? —jadeó mientras tendía las manos hacia su hija, como si no acabara de creerse que de<br />
verdad estuviera allí. Ella se hundió agradecida en el abrazo de su madre, aspirando el aroma de su<br />
perfume—. Pensaba que nunca volvería a verte.<br />
Estrechó a Glass una vez más antes de arrastrarla al interior y cerrar la puerta. Sonja retrocedió un<br />
paso y se quedó mirando a su hija.