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Kass Morgan - Los 100

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andabas confinada, ni se acordó de ti.<br />

Glass hizo una mueca de dolor. Era verdad que Luke había empezado a salir con Camille mientras<br />

ella se encontraba confinada. Pero no podía culparlo. No después de todas las barbaridades que le<br />

había dicho cuando rompió con él, desesperada por mantenerlo a salvo.<br />

—Glass —la voz de Sonja temblaba, de tanto que se esforzaba por conservar la calma—. Siento<br />

ser tan dura contigo. Pero mientras el canciller siga con vida, tienes que ir con cuidado. Si llegase a<br />

despertar y encontrase la menor excusa, la más mínima, para revocar tu indulto, lo haría —suspiró—.<br />

No permitiré que vuelvas a poner en peligro tu vida. ¿Has olvidado ya lo que pasó la última vez?<br />

Glass no lo había olvidado, claro que no. El recuerdo era tan imborrable como las cicatrices que<br />

la pulsera le había dejado en la muñeca, algo que la acompañaría el resto de su vida.<br />

Y su madre ni siquiera sabía toda la verdad.<br />

Glass no hizo ni caso de las miradas raras que le lanzaron los guardias cuando cruzó el punto de control y echó a andar por el puente<br />

estelar de camino a Walden. Que pensaran que iba a buscar drogas, si querían. Ningún castigo le dolería más que lo que estaba a punto<br />

de hacer.<br />

Era más de media tarde y, por suerte, no había nadie por los pasillos. Luke ya habría terminado el turno matutino, pero Carter seguiría<br />

en el centro de distribución, donde trabajaba clasificando paquetes nutritivos. Glass sabía que era una tontería —Carter la odiaba, y la<br />

odiaría aún más cuando supiera que le había roto el corazón a Luke—, pero no soportaba la idea de romper con su novio sabiendo que<br />

Carter estaba en la otra habitación.<br />

Se detuvo ante la puerta y se llevó la mano al vientre por acto reflejo. Tenía que hacerlo. Ya lo había aplazado demasiadas veces.<br />

Tomaba la decisión de romper con él pero luego, cuando estaba a punto de pronunciar las palabras fatales, le fallaban las fuerzas. La<br />

próxima vez, se prometía siempre. Solo necesito verlo una vez más.<br />

Pero la barriga empezaba a traicionarla. Aun limitando sus raciones a la mitad, cada vez le costaba más disimular el aumento de peso<br />

bajo aquellos vestidos holgados que arrancaban risillas burlonas a Cora. Pronto empezaría a notarse. Y cuando así fuera, le harían<br />

preguntas. El Consejo querría saber quién era el padre. Si Glass seguía en contacto con Luke, él lo averiguaría y se delataría a sí mismo<br />

en un gesto heroico que los condenaría a ambos.<br />

Le estás salvando la vida, se dijo. Mientras llamaba a la puerta, reparó en que nunca más volvería a estar allí. Aquella sería la<br />

última vez que vería sonreír a Luke como si ella fuera la única chica del universo. Sus propias palabras de aliento le sonaban vacías.<br />

Pero no fue Luke quien abrió la puerta, sino Carter, que solo llevaba encima unos pantalones de trabajo.<br />

—No está aquí —gruñó, entornando los ojos al darse cuenta de que Glass se ruborizaba.<br />

—Ah, lo siento —dijo ella, retrocediendo un paso instintivamente—. Volveré más tarde.<br />

Se quedó de piedra cuando Carter la cogió del brazo y le apresó la muñeca con fuerza.<br />

—¿Qué prisa tienes? —le preguntó con una sonrisa que helaba la sangre—. Espéralo aquí. Seguro que se ha entretenido.<br />

Con un gesto de dolor, Glass se frotó la muñeca mientras seguía a Carter al interior. Había olvidado lo alto que era.<br />

—¿No has ido a trabajar? —le preguntó con su tono más educado. Se sentó al borde del sofá en el que Luke y ella solían<br />

arrellanarse. Con el corazón en un puño, comprendió que nunca volvería a acurrucarse contra su hombro ni a enredarle los rizos con su<br />

cabeza apoyada en el regazo.<br />

—No me apetecía —respondió Carter encogiéndose de hombros.<br />

—Ah —dijo Glass, que tuvo que morderse la lengua para no hacer un comentario. Si Carter no llevaba cuidado, volverían a<br />

degradarlo, y por debajo del centro de distribución solo quedaba el servicio de limpieza—. Lo siento —añadió, porque no sabía bien qué<br />

decir.<br />

—No, no lo sientes —observó Carter mientras daba un trago a una botella sin etiqueta. Glass frunció la nariz. Whisky del mercado

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