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Kass Morgan - Los 100

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—Todo irá bien. La llevaré a Fénix y luego volveré directamente a casa.<br />

Camille suspiró y le tiró a Glass una camisa y unos pantalones.<br />

—Toma —dijo—. Ya sé que las chicas de Fénix sois más estilosas, pero así pasarás<br />

desapercibida. Nadie te va a tomar por un miembro del personal de limpieza con ese pelo.<br />

Apretó el brazo de Luke y regresó al dormitorio. Glass y él se quedaron solos.<br />

Ella permaneció donde estaba, sosteniendo la ropa con incomodidad, y por un momento se miraron<br />

a los ojos. La última vez que se habían visto, a Glass no le daba ningún corte cambiarse delante de<br />

él.<br />

—¿Quieres que…? —se interrumpió y señaló con un gesto la habitación de Carter.<br />

—Oh —dijo Luke, ruborizándose una pizca—. No, yo… Vuelvo enseguida.<br />

Se metió en su cuarto. Glass se vistió a toda prisa mientras intentaba ignorar los susurros<br />

procedentes del otro lado de la puerta, que se le clavaban como aguijones.<br />

Cuando Luke regresó, Glass llevaba unos pantalones grises, tan anchos que apenas se le ceñían a<br />

las caderas, y una vasta camiseta azul muy desagradable al tacto. Él la estudió, no muy convencido.<br />

—Hay algo que falla —observó—. No pareces una prisionera, pero tampoco una waldenita.<br />

Cohibida, Glass se atusó las costuras de los arrugados pantalones, preguntándose si Luke prefería<br />

a las chicas que se sentían cómodas con ese tipo de ropa.<br />

—No es eso —dijo él—. Es el pelo. Las chicas no lo llevan tan largo aquí.<br />

—¿Por qué? —preguntó Glass al darse cuenta, con una punzada de remordimiento, de que nunca se<br />

había fijado.<br />

Luke se había dado la vuelta para buscar algo en un pequeño cubo de almacenaje que pendía de la<br />

pared.<br />

—Seguramente porque requiere más cuidados. En Walden el agua está más restringida que en<br />

Fénix.<br />

Se giró con expresión triunfante y le mostró una vieja gorra.<br />

Glass esbozó una sombra de sonrisa.<br />

—Gracias.<br />

Rozando los dedos de Luke, cogió la gorra que le tendía y se la caló.<br />

—Creo que aún no das el pego —señaló él, mirándola con el ceño fruncido. Se acercó a Glass y<br />

le quitó la gorra con una mano mientras con la otra le enrollaba cuidadosamente el pelo en lo alto de<br />

la cabeza—. Ya está —dijo satisfecho mientras le cubría con la gorra el improvisado moño.<br />

El silencio se extendió entre los dos. Despacio, Luke levantó una mano y le recogió detrás de la<br />

oreja unos cuantos mechones sueltos. Mirándola a los ojos sin parpadear, dejó que sus dedos<br />

resbalaran hasta el cuello de Glass.<br />

—¿Listos? —preguntó ella, apartándose a un lado y rompiendo así el hechizo.<br />

—Sí. Vamos —Luke retrocedió un paso con aire tenso y la acompañó al pasillo.<br />

En Walden no había tantas luces circadianas como en Fénix, así que, aunque en teoría había<br />

amanecido, los corredores seguían sumidos en penumbra. Glass no sabía adónde la llevaba Luke y<br />

cerró los puños para no cogerle la mano.<br />

Por fin, el chico se detuvo ante el débil contorno de una puerta. Se metió la mano en el bolsillo,<br />

sacó algo que Glass no pudo ver y lo acercó al escáner. La puerta emitió una señal y se abrió. A<br />

Glass se le cayó el alma a los pies al comprender que, dondequiera que Luke la llevase, dejaría un<br />

rastro de contraseñas y códigos de acceso. No quería ni pensar lo que sería de él cuando el Consejo

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