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Una breve historia de casi todo

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<strong>de</strong> manos y pies para lidiar con un mundo cambiante. Lo cierto es que se sabe <strong>de</strong><br />

Lucy bastante menos <strong>de</strong> lo que generalmente se supone. Ni siquiera se sabe en<br />

realidad si era una hembra. Su sexo es una suposición basada en su diminuto<br />

tamaño.<br />

Dos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l <strong>de</strong>scubrimiento <strong>de</strong> Lucy, Mary Leakey encontró en Laetoli,<br />

Tanzania, las huellas <strong>de</strong>jadas por dos individuos <strong>de</strong> (se supone) la misma familia <strong>de</strong><br />

homínidos. Las huellas las habían <strong>de</strong>jado dos australopitecinos que habían caminado<br />

sobre ceniza cenagosa tras una erupción volcánica. La ceniza se había endurecido<br />

más tar<strong>de</strong>, conservando las impresiones <strong>de</strong> sus pies a lo largo <strong>de</strong> unos 23 metros.<br />

El Museo Americano <strong>de</strong> Historia Natural <strong>de</strong> Nueva York tiene un fascinante diorama<br />

que reseña el momento <strong>de</strong>l paso <strong>de</strong> las dos criaturas por la ceniza cenagosa.<br />

Aparecen en él reproducciones <strong>de</strong> tamaño natural <strong>de</strong> un macho y una hembra<br />

caminando, uno al lado <strong>de</strong>l otro, por la antigua llanura africana. Son peludos,<br />

parecidos a chimpancés en las dimensiones, pero tienen un porte y un paso que<br />

sugieren la condición humana. El rasgo más sorpren<strong>de</strong>nte es que el macho tiene<br />

echado el brazo izquierdo protectoramente sobre los hombros <strong>de</strong> la hembra. Es un<br />

gesto tierno y afectuoso, que sugiere un estrecho vínculo.<br />

Este cuadro vivo se representa con tal convicción que es fácil no acordarse que<br />

prácticamente <strong>todo</strong> lo que hay por encima <strong>de</strong> las pisadas es imaginario. Casi <strong>todo</strong>s<br />

los aspectos externos <strong>de</strong> los dos personajes, la <strong>de</strong>nsidad <strong>de</strong>l vello, los apéndices<br />

faciales (si tenían narices humanas o <strong>de</strong> chimpancés), las expresiones, el color <strong>de</strong> la<br />

piel, el tamaño y la forma <strong>de</strong> los pechos <strong>de</strong> la hembra, son inevitablemente<br />

hipotéticos. Ni siquiera po<strong>de</strong>mos saber si eran una pareja. El personaje femenino<br />

podría haber sido, en realidad, un niño. Tampoco po<strong>de</strong>mos estar seguros que<br />

fuesen australopitecinos. Se supone que lo son porque no hay ningún otro candidato<br />

conocido.<br />

Me habían dicho que se les representó así porque, durante la elaboración <strong>de</strong>l<br />

diorama, el personaje femenino no hacía más que caerse, pero lan Tattersall insistió<br />

con una carcajada en que esa <strong>historia</strong> es falsa.<br />

-Es evi<strong>de</strong>nte que no sabemos si el macho le tenía el brazo echado por encima <strong>de</strong>l<br />

hombro a la hembra o no, pero sabemos, por las mediciones <strong>de</strong>l paso, que<br />

caminaban uno al lado <strong>de</strong>l otro y muy juntos... lo suficiente para que estuvieran

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