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Una breve historia de casi todo

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Halley, pero su mé<strong>todo</strong> se basaba en tantos supuestos incorrectos que acabó<br />

totalmente <strong>de</strong>sorientado. Calculó que la Tierra tenía 89 millones <strong>de</strong> años, una edad<br />

que se ajustaba con bastante precisión a las suposiciones <strong>de</strong> Kelvin pero<br />

<strong>de</strong>sgraciadamente no a la realidad.<br />

La confusión era tal que, a finales <strong>de</strong>l siglo XIX, según el texto que consultases,<br />

podías informarte <strong>de</strong> que el número <strong>de</strong> años que mediaban entre nosotros y el inicio<br />

<strong>de</strong> la vida compleja en el periodo Cámbrico era <strong>de</strong> 3 millones, 18 millones, 600<br />

millones, 794 millones o 2.400 millones <strong>de</strong> años... O alguna otra cifra comprendida<br />

<strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> ese ámbito. Todavía en 1910, uno <strong>de</strong> los cálculos más respetados, el <strong>de</strong>l<br />

estadouni<strong>de</strong>nse George Becicer, establecía la edad <strong>de</strong> la Tierra en sólo unos 55<br />

millones <strong>de</strong> años.<br />

Justo cuando las cosas parecían más obstinadamente confusas, surgió otro<br />

personaje extraordinario con un nuevo enfoque. Era un muchacho campesino,<br />

neozelandés, <strong>de</strong> brillante inteligencia llamado Ernest Rutherford. Él aportó pruebas<br />

bastante irrefutables <strong>de</strong> que la Tierra tenía como mínimo varios cientos <strong>de</strong> millones<br />

<strong>de</strong> años, probablemente bastantes más.<br />

Sus pruebas se basaban, curiosamente, en la alquimia, una alquimia espontánea,<br />

científicamente creíble y <strong>de</strong>spojada <strong>de</strong> <strong>todo</strong> ocultismo, pero alquimia <strong>de</strong> <strong>todo</strong>s<br />

modos. Resultaba que Newton no había estado tan equivocado, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> <strong>todo</strong>.<br />

Cómo se hizo evi<strong>de</strong>nte <strong>todo</strong> esto es otra <strong>historia</strong>.<br />

7. Cuestiones elementales<br />

Suele <strong>de</strong>cirse que la química como ciencia seria y respetable se inicia a partir <strong>de</strong><br />

1661, cuando Robert Boyle, <strong>de</strong> Oxford, publicó El químico escéptico (la primera obra<br />

que distingue entre químicos y alquimistas). Fue una transición lenta y errática. En<br />

el siglo XVIII, los estudiosos eran capaces <strong>de</strong> sentirse extrañamente cómodos en<br />

ambos campos, como, por ejemplo, el alemán Johann Becher, que escribió una obra<br />

sobria y anodina sobre mineralogía titulada Physica Subterranea (Física<br />

subterránea), pero que estaba convencido también <strong>de</strong> que, con los materiales<br />

a<strong>de</strong>cuados, podía hacerse invisible.<br />

Quizá no haya nada que ejemplifique mejor la naturaleza extraña, y con frecuencia<br />

acci<strong>de</strong>ntal, <strong>de</strong> la ciencia química en sus primeros tiempos que un <strong>de</strong>scubrimiento

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