09.06.2018 Views

Una breve historia de casi todo

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Incluso el geólogo más importante <strong>de</strong>l siglo siguiente, Charles Lyell, un hombre que<br />

lo leía <strong>todo</strong>, confesó que era incapaz <strong>de</strong> leerlo.<br />

Afortunadamente, Hutton tuvo su Boswell en la persona <strong>de</strong> John Playfair, un<br />

profesor <strong>de</strong> matemáticas <strong>de</strong> la Universidad <strong>de</strong> Edimburgo e íntimo amigo suyo, que<br />

no sólo era capaz <strong>de</strong> escribir una prosa tersa sino, gracias a los muchos años que<br />

había pasado a su lado, <strong>casi</strong> siempre comprendía lo que realmente Hutton intentaba<br />

<strong>de</strong>cir. En 1802, cinco años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la muerte <strong>de</strong> éste, Playfair publicó una<br />

exposición simplificada <strong>de</strong> los principios huttonianos, titulada Ilustraciones <strong>de</strong> la<br />

teoría huttoniana <strong>de</strong> la Tierra. El libro fue muy bien acogido por quienes se<br />

interesaban activamente por la geología, que no eran muchos en 1802. Pero eso<br />

estaba a punto <strong>de</strong> cambiar. Y cómo.<br />

En el invierno <strong>de</strong> 1807 se unieron en la Freemasons Tavern londinense <strong>de</strong> Long<br />

Acre, Covent Gar<strong>de</strong>n, trece almas gemelas para fundar una asociación que se<br />

llamaría Sociedad Geológica. La i<strong>de</strong>a era reunirse una vez al mes para intercambiar<br />

i<strong>de</strong>as sobre cuestiones geológicas, mientras cenaban y tomaban amigablemente<br />

unas copitas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ira. Se estableció un precio por la cena <strong>de</strong> 15 chelines, una<br />

cantidad <strong>de</strong>liberadamente alta para disuadir a aquellos cuyas calificaciones fuesen<br />

meramente cerebrales. Pero no tardó en hacerse evi<strong>de</strong>nte que existía una <strong>de</strong>manda<br />

<strong>de</strong> algo más propiamente institucional, con una se<strong>de</strong> permanente, don<strong>de</strong> se pudiese<br />

reunir la gente a compartir y discutir los nuevos <strong>de</strong>scubrimientos. En unos diez<br />

años, el número <strong>de</strong> miembros aumentó hasta los cuatrocientos, seguían siendo<br />

<strong>todo</strong>s caballeros, por supuesto… y la Sociedad Geológica amenazó con eclipsar a la<br />

Real Sociedad como primera sociedad científica <strong>de</strong>l país.<br />

Los socios se reunían dos veces al mes, <strong>de</strong> noviembre a junio, mes en el que se<br />

iban <strong>casi</strong> <strong>todo</strong>s a pasar el verano haciendo trabajo <strong>de</strong> campo. No era gente que<br />

tuviese un interés pecuniario por los minerales, claro, ni siquiera académico la<br />

mayoría <strong>de</strong> ellos; simplemente eran caballeros que disponían <strong>de</strong> dinero y tiempo<br />

libre suficientes para po<strong>de</strong>r practicar una afición <strong>de</strong> un modo más o menos<br />

profesional. En 1830 eran 745, y el mundo nunca volvería a ver algo semejante.<br />

Resulta difícil imaginarlo hoy, pero la geología conmocionó al siglo XIX, lo obsesionó<br />

positivamente, como no lo había hecho antes ninguna ciencia ni volvería a hacerlo.<br />

En 1839 cuando Ro<strong>de</strong>rick Murchison publicó The Silurian System (El sistema

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!