ya había superado los 900 inscriptos en 2004. Uno de los lugares más curiosos para aprender mandarín en la ciudad de Buenos Aires está en el corazón del barrio chino en Belgrano. Sobre la calle Mendoza al 1600 se encuentra una escuela china al mejor estilo de Beijing, donde conviven niños argentinos descendientes de chinos que estudian todos los sábados su lengua familiar de origen con la misma metodología que en China. Entremezclados en las aulas, pasillos y recreos conviven un puñado de adultos argentinos que tratan de transitar el mismo camino, aunque cargando sus limitaciones occidentales y la mochila de la edad adulta. Por supuesto que en todos los centros de estudios de este idioma se vive una explosión de interesados en los últimos meses, luego de la firma de los convenios que el gobierno de la presidenta Cristina Kirchner realizó con su par de China, Xi Jinping, a pesar de las inquietudes que estos acuerdos políticos, económicos, energéticos y financieros despiertan con relación a su “letra chica” y sus alcances. A la hora de incursionar en China y su mundo de negocios, por supuesto que en el país hubo pioneros. Entre ellos, los empresarios Franco Macri, Carlos Spadone y Gustavo Grobocopatel. El camino que ya transitaron, sin duda, abrirá otras puertas a nuevas generaciones de profesionales y emprendedores locales. Para el Grupo Los Grobo, el impacto de las negociaciones con China abarcará a los sectores con ventajas comparativas, como por ejemplo alimentos, cereales y tecnología de punta en materia de alimenticia pero rápidamente se extenderán los beneficios a toda la sociedad. Todo esto de la mano del nuevo tratamiento que el gobierno chino dispuso para las inversiones extranjeras directas, aunque en ningún caso los desembarcos de compañías multinacionales pueden eludir la ley que obliga a que las compañías tengan el 51% de sus acciones en manos estatales. Del mismo modo, como se señala en el trabajo “China, cómo puede la Argentina aprovechar la gran oportunidad”, una investigación de Carlos Tramutola (h), Lucio Castro y Pablo Monat, también es cierto que al compás de las reformas en materia económica se produce la incorporación de cerca de 700 millones de trabajadores chinos que ingresan al mercado laboral internacional erosionando el precio del trabajo, en especial de baja calificación. Desde la Cámara Argentino-China ponen el foco en las nuevas oportunidades de negocios. Remarcan que si bien desde 2004 China había eliminado aranceles para el ingreso de vinos, había dejado al margen de este beneficio a la Argentina. Aún así unas 120 bodegas nacionales vienen exportando sus productos al mercado asiático desde entonces y con la nueva reducción arancelaria del 25% para la industria vitivinícola calculan que sus ventas al exterior crecerán en torno de 20% anual. Del mismo modo señalan que los partidos de futbol comenzaron a emitirse hace cuatro años en algunas regiones chinas mediante un convenio con Torneos y Competencias, pero ahora Futbol Para Todos entrará en ese negocio. En la investigación de Tramutola, Monat y Castro, se advierte que la Argentina podría convertirse en el mediano plazo en una proveedora de servicios para China, que por año importa cerca de 55.000 millones de dólares en este rubro y cerca de 10.000 millones por servicios profesionales. A la hora de hacer negocios con el gigante asiático, todos concuerdan en que manejar el idioma es clave para entrar con el pie derecho en un mundo en el que el protocolo para el sector privado es muy diferente al local. En especial, porque si bien los chinos son maestros de la planificación a mediano y largo plazo; a la hora de empezar con un negocio se lanzan sin dar muchas vueltas. Igualmente, si el negocio no funciona, son muy flexibles para cambiar de rubro y seguir probando suerte. Por eso, la competencia para ellos es clave y necesaria porque tienen una cultura de negocios desapegada y muy permeable a los cambios así como flexible a los cambios inesperados en el entorno. De igual manera quienes los tratan con frecuencia, también sostienen que son poco conformistas y buscan permanentemente expandir sus negocios y empezar nuevas empresas. Por todas estas razones, incursionar en el idioma chino mandarín puede ser una oportunidad para un futuro aún desconocido y para encarar nuevos desafíos, como bien señalan los proverbios del legendario país asiático. Alejandra Gallo 100 • mayo-junio de 2015
mayo-junio de 2015 • 101