El%20hombre%20anumerico%20-%20John%20Allen%20Paulos
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Menos inquietante que los análisis poco fiables es la<br />
numerología, última de las pseudociencias que comentaré y<br />
mi favorita. Se trata de una práctica muy vieja, común a una<br />
serie de sociedades antiguas y medievales, que juega con la<br />
asignación de valores numéricos a las letras y la<br />
consiguiente interpretación de la igualdad numérica entre<br />
distintas palabras y frases.<br />
Los valores numéricos de las letras de la palabra hebrea<br />
que significa «amor» (ahavah) suman 13, igual que las letras<br />
de «uno» (ehad). Como «uno» es la abreviación de «un<br />
Dios», muchos han pensado que la igualdad de ambas<br />
palabras era significativa, así como el hecho de que su suma,<br />
26, iguale al equivalente numérico de Yahveh, el nombre<br />
divino de Dios.<br />
El número 26 fue importante por otras razones: en el<br />
versículo 26 del Génesis, Dios dice: «Hagamos al hombre a<br />
nuestra imagen»; Adán y Moisés estaban separados por 26<br />
generaciones, y la diferencia entre los equivalentes<br />
numéricos de Adán (45) y de Eva (19) es 26.<br />
Los rabinos y los cabalistas que se dedicaron a la<br />
numerología (Gematriah) seguían además toda una variedad<br />
de sistemas, despreciando a veces las potencias de 10,<br />
tomando 1 en vez de 10, 2 en vez de 20, etc. Así, como la<br />
primera letra de Yahveh tenía asignado el valor 10, se le<br />
podía asignar también el valor 1 si la ocasión lo requería, y