El%20hombre%20anumerico%20-%20John%20Allen%20Paulos
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numéricas o a la estadística. Ni los términos matemáticos<br />
vistosos, ni las grandes cantidades de correlaciones<br />
estadísticas, ni los largos listados de ordenador bastan por<br />
sí solos para entender una situación, a pesar de lo que<br />
pretendan los sociólogos. Reducir la complejidad de la<br />
inteligencia o la economía a una escala numérica, ya sea ésta<br />
el CI o el PNB, es una miopía, en el mejor de los casos, y<br />
muchas veces, simplemente ridículo.<br />
Una vez aclarado esto, la objeción a que, en<br />
determinadas situaciones (seguridad social, tarjetas de<br />
crédito, etc.), le identifiquen a uno con un simple número<br />
parece una tontería. En tales contextos un número refuerza la<br />
individualidad; no hay dos personas con el mismo número en<br />
la tarjeta de crédito, por ejemplo, mientras que muchas<br />
tienen nombres iguales, rasgos de personalidad parecidos o<br />
perfiles socioeconómicos semejantes. (Yo mismo uso mi<br />
segundo nombre John Allen Paulos para que la gente no me<br />
confunda con el Papa.)<br />
Siempre me han resultado divertidos los anuncios de<br />
bancos que pregonan su servicio personalizado, el cual se<br />
reduce a un cajero mal preparado, y peor pagado, que saluda<br />
con un amable «Buenos días» y a renglón seguido se arma un<br />
lío con la transacción que uno quiere hacer. Prefiero ir a una<br />
máquina que me reconoce por un número secreto y que<br />
funciona gracias a unos programas elaborados por un equipo