La Universidad en el siglo XXI para una reforma democrática y
La Universidad en el siglo XXI para una reforma democrática y
La Universidad en el siglo XXI para una reforma democrática y
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Palabras pr<strong>el</strong>iminares a esta edición •<br />
El esc<strong>en</strong>ario de futuro construido por <strong>el</strong> nuevo régim<strong>en</strong><br />
de acumulación es apocalíptico. <strong>La</strong> década de los och<strong>en</strong>ta<br />
se iniciaba con la saga cinematográfica de Mad Max, d<strong>el</strong><br />
australiano George Millar y protagonizada por M<strong>el</strong> Gibson.<br />
El horizonte trazado era <strong>el</strong> de <strong>una</strong> lucha de todos contra<br />
todos <strong>en</strong> un esc<strong>en</strong>ario de recursos escasos por los que<br />
había que luchar o morir (como casi siempre <strong>en</strong> <strong>el</strong> cine, un<br />
bu<strong>en</strong> reflejo de la realidad exist<strong>en</strong>te o d<strong>el</strong> m<strong>en</strong>saje que las<br />
estructuras de poder están p<strong>en</strong>sando). El sociólogo Ulrich<br />
Beck planteó que la idea de Modernidad ya no servía <strong>para</strong><br />
explicar las sociedades actuales, por lo que propuso <strong>el</strong><br />
concepto de “sociedad d<strong>el</strong> riesgo”: toda la actividad humana<br />
t<strong>en</strong>ía <strong>una</strong> contraparte negativa que obligaba a <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>tarla<br />
de manera corresponsable. Hasta <strong>el</strong> bi<strong>en</strong>estar g<strong>en</strong>eraba<br />
problemas –por ejemplo, <strong>el</strong> deterioro ecológico- que sólo<br />
podían solv<strong>en</strong>tarse con nuevos acuerdos sociales<br />
compartidos. El vacío que dejó <strong>en</strong> la humanidad la<br />
nietzscheana muerte de Dios, ahora se veía completada<br />
<strong>en</strong> su oquedad por la muerte d<strong>el</strong> Estado (<strong>en</strong> realidad, d<strong>el</strong><br />
Estado social), des<strong>en</strong>t<strong>en</strong>dido de problemas que eran,<br />
supuestam<strong>en</strong>te, demasiado grandes <strong>para</strong> gestionarlos él<br />
solo. Algo que, por otro lado, no parecía preocupar a las<br />
empresas transnacionales, que habían construido su propio<br />
espacio de institucionalidad internacional debilitando la<br />
capacidad de control nacional de los Estados. Eran estas<br />
empresas las que había re<strong>el</strong>aborado la afirmación de<br />
Dostoievski sobre Dios y ahora afirmaban: “Si <strong>el</strong> Estado ha<br />
muerto, todo está permitido”. Y es ahí donde se <strong>en</strong>ti<strong>en</strong>de<br />
la versión conservadora de esa nueva propuesta de<br />
gobierno, la gobernanza –gobierno cons<strong>en</strong>sual y compartido<br />
<strong>en</strong>tre difer<strong>en</strong>tes actores- que pret<strong>en</strong>de r<strong>en</strong>unciar al<br />
conflicto <strong>en</strong>tre trabajadores y propietarios y situar a los<br />
Estados bajo la lógica empresarial, de manera que la<br />
provisión de bi<strong>en</strong>es públicos –por ejemplo, educación- debe<br />
dejar de ser compet<strong>en</strong>cia estatal cuando exist<strong>en</strong> empresas<br />
dedicadas a ese m<strong>en</strong>ester.<br />
17