Compilación de temas de derecho procesal para estudiantes de ...

pronunciación detestable. No repetir frases obscenas; hay formas de controvertirlas
o cuestionarlas, aludiendo a estas sin pronunciarlas; salvo que no quede otro
remedio para su examen.
Aventajado es el orador que cuenta con una cultura general amplia, conoce de
literatura universal, y puede ―en ocasión adecuada― adornar su discurso con un
breve pasaje que haya memorizado de una obra cumbre; o domina aspectos de
filosofía, lógica, u otras disciplinas; aunque debe cuidar que los Jueces puedan
formarse un juicio errado sobre su persona, creyendo que pretende aleccionarlos en
estas materias, ajenas a lo que es objeto de discusión.
El uso de máximas, aforismos, refranes, en un momento oportuno, puede ser útil;
por ejemplo: “una golondrina no anuncia primavera, tampoco una sentencia aislada
sienta jurisprudencia” (cuando se apoya la tesis en una sola sentencia); o “condenan
las pruebas no los jueces” (ante evidente abundancia o falta de pruebas). De estas
máximas no se puede abusar. El Fiscal o el Abogado en su diario bregar puede
reunirlas y retenerlas en su mente.
Lo antes expuesto, es importante, pero lo que sí resulta decisivo, esencial, es el
dominio de las materias jurídicas. De poco vale que usted recite pasajes de la
Biblia, aluda a máximas de la experiencia, use frases en latín, se exprese
adecuadamente y de manera natural, si no cuenta con una sólida preparación en
Derecho sobre el asunto en discusión. Hay que conocer la ley, la doctrina y la
jurisprudencia referentes al caso.
Las difíciles condiciones en que ejercen nuestros Fiscales y Abogados, y la gran
carga de trabajo que pesa sobre ellos, ameritan la creación de recursos que faciliten
su labor; pues los casos ―aun con diversos matices― se repiten. A veces, hemos
dedicado un extenso tiempo en la preparación de una acusación o defensa –
búsqueda de literatura, sentencias-, pero al concluir el asunto esa información se
pierde, no sabemos o no estamos acostumbrados a almacenarla ―de forma
rudimentaria con un fichero en papel, o en la computadora―. Al cabo de un periodo,
otro hecho similar –de nuevo, asesinato por alevosía subjetiva-, si no conservamos
los datos utilizados, tendremos que comenzar de cero.
La jurisprudencia no resulta vinculante para la judicatura cubana en materia penal, a
lo que se suma lo difícil de conocerla en nuestra realidad –tarea pendiente para la
Fiscalía y la Abogacía-, pero su empleo es útil en la ilustración a los Jueces. Los
Tribunales inferiores se inclinan a seguir el criterio de los superiores en grado.
Las sentencias se citan con expresión del Tribunal, Sala o Sección, número y fecha.
Es preferible aludir a sentencias cuando constituyen una pluralidad con idéntica
decisión ante similares hechos. No es correcto señalar de la sentencia, solo un
considerando, porque nos puede resultar de conveniencia, si el hecho no es
análogo al discutido; si el Tribunal se percata, le resta credibilidad a la labor
acusatoria o defensiva. Es incorrecto –lo que no resulta infrecuente-, referirse a: “…
numerosas sentencias del TSP, sostienen el criterio aquí expuesto como tesis…”; sin
contar con la información fidedigna de esas resoluciones. ¿Qué ocurriría si el
Presidente, al concluir el informe, aún en los estrados y en presencia del público, le pide
los datos de las sentencias invocadas para su búsqueda y lectura?
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