Compilación de temas de derecho procesal para estudiantes de ...

Aunque el detallado estudio del contenido de los informes excede el marco de esta
exposición, me referiré someramente a su preparación y estructura. El éxito del
orador forense precisa un dominio del caso, así como de las normas procesales y
penales que entran en consideración, de la doctrina y jurisprudencia ateniente al
asunto y, por último, de la elocuencia. El profundo conocimiento de actuaciones,
normas, doctrina y jurisprudencia, está al alcance de todos –no sin esfuerzo-; el ser
elocuente resulta más difícil –no imposible-.
El conocimiento señalado exige una labor de preparación previa, cuyo principio,
algunos lo ubican desde el principio de su vinculación con el asunto, habilitando ya
en este inicial momento un registro de datos bajo el rubro “informe final”,
compilándolos con ese propósito. Lo real es que el alegato no debe prepararse el
día anterior al juicio; hay informes que exigen profunda meditación en la
elaboración. En la fecha del señalamiento, antes de la apertura de las sesiones, no
se perderá oportunidad de revisarlo todo; en ocasiones, se desaprovecha ese
precioso tiempo de espera, cuando bien pudiera emplearse en el repaso de lo
estudiado.
En la aludida preparación, pudiera optarse por diversos modelos, entre los que se
encuentran:
Escribir todo el informe y memorizarlo para su exposición; o
redactar un guión contentivo de aquellos aspectos trascendentes, con
suficiente flexibilidad para su sujeción a las incidencias del juicio, y de la exposición
del Fiscal o Defensor, en su caso; y, por último,
prescindir del guión, e improvisar.
Sostengo que, en ciertos casos, resulta útil contar con un guión adaptable a las
nuevas circunstancias que impone el debate; en asuntos muy sencillos no es
necesario.
La estructura del informe no está sujeta a un rígido esquema, aunque sí ―en lo
esencial― debe ajustarse a las calificaciones definitivas; si las provisionales fueron
modificadas, ya no existen, y ―por tanto― es incorrecto ocuparse de ellas. En
cualquier modelo por el que se opte, siempre habrá un sumario de los aspectos a
tratar y su orden; de manera que el Tribunal conozca previamente qué va a
escuchar. Luego, el tema probatorio ―en su caso― resaltando los elementos de
pruebas que sean de interés, con su valor, y minimizando los del adversario.
Seguidamente, los fundamentos jurídicos. Por último, la “solución al caso” penal que
se ofrece.
Es muy triste para el informante, que algún Juez no le preste la debida atención,
peor aún si es el Presidente, quien conversa con otro Juez, o con algún empleado
que le ha llevado un recado al estrado, o lea un documento ajeno a la causa; lo más
conveniente es hacer una breve pausa; seguramente, el Presidente reaccionará de
manera correcta y le devolverá su atención al orador; si se enfada y le pregunta por
qué cesó, muy delicadamente se le puede responder: “porque para mi labor es de
suma importancia que usted me escuche”; o buscar otra forma de llamar la atención
sin provocar discordia. Es inadmisible que la falta de atención provenga de un
compañero Fiscal o Defensor, que injustificadamente habla con otro.
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