12.05.2013 Views

Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres

Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres

Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Capitulo VII<br />

<strong>Memorias</strong> <strong>De</strong> <strong>Una</strong> <strong>Pulga</strong><br />

BELLA TENÍA UNA AMIGA, UNA DAMITA SÓLO unos pocos meses mayor que<br />

ella, hija de un adinerado caballero, que vivía cerca del señor Verbouc. Julia, sin embargo.<br />

era de temperamento menos ardiente y voluptuoso. y Bella comprendió pronto que no<br />

habla madurado lo bastante para entender los sentimientos pasionales, ni comprender los<br />

fuertes instintos que despierta el placer.<br />

Julia era ligeramente más alta que su joven amiga, algo menos rolliza, pero con<br />

formas capaces de deleitar los ojos y cautivar el corazón de un artista por lo perfecto de su<br />

corte y lo exquisito de sus detalles.<br />

Se supone que una pulga no puede describir la belleza de las personas. ni siquiera la<br />

de aquellas que la alimentan. Todo lo que puedo decir, por lo tanto, es que Julia <strong>De</strong>lmont<br />

constituía a mi modo de ver un estupendo regalo, y algún día lo sería para alguien del sexo<br />

opuesto. ya que estaba hecha para despertar el deseo del más insensible de los hombres, y<br />

para encantar con sus graciosos modales y su siempre placentera figura al más exigente<br />

adorador de Venus.<br />

El padre de Julia poseía, como hemos dicho, amplios recursos; su madre era una<br />

bobalicona que se ocupaba bien poco de su hija, o de otra cosa que no fueran sus deberes<br />

religiosos, en el ejercicio de los cuales empleaba la mayor parte de su tiempo, así como en<br />

visitar a las viejas devotas de la vecindad que estimulaban sus predilecciones.<br />

El señor <strong>De</strong>lmont era relativamente joven. <strong>De</strong> constitución robusta, estaba lleno de<br />

vida, y como quiera que su piadosa cónyuge estaba demasiado ocupada para permitirle los<br />

goces matrimoniales a los que el pobre hombre tenía derecho, éste los buscaba por Otros<br />

lados.<br />

El señor <strong>De</strong>lmont tenía una amiga, una muchacha joven y linda que, según deduje, no<br />

estaba satisfecha con limitarse a su adinerado protector.<br />

El señor <strong>De</strong>lmont en modo alguno limitaba sus atenciones a su amiga; sus<br />

costumbres eran erráticas, y sus inclinaciones francamente eróticas.<br />

En tales circunstancias, nada tiene de extraño que sus ojos se fijaran en el hermoso<br />

cuerpo de aquel capullo en flor que era la sobrina de su amigo, Bella. Ya había tenido<br />

oportunidad de oprimir su enguantada mano, de besar —desde luego con aire paternal— su<br />

blanca mejilla, e incluso de colocar su mano temblorosa —claro que por accidente— sobre<br />

sus rollizos muslos.<br />

En realidad, Bella, mucho más experimentada que la mayoría de las muchachas de su<br />

tierna edad, se había dado cuenta de que el señor <strong>De</strong>lmont sólo esperaba una oportunidad<br />

para llevar las cosas a sus últimos extremos.<br />

Y esto era precisamente lo que hubiera complacido a Bella, pero era vigilada<br />

demasiado de cerca, y la nueva y desdichada situación en que acababa de entrar acaparaba<br />

todos sus pensamientos<br />

.<br />

El padre Ambrosio, empero, se percataba bien de la necesidad de permanecer sobre<br />

aviso, y no dejaba pasar oportunidad alguna, cuando la joven acudía a su confesionario,<br />

Página 54 de 113

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!