Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres
Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres
Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
<strong>Memorias</strong> <strong>De</strong> <strong>Una</strong> <strong>Pulga</strong><br />
No tardaron en verse evidenciados sus deseos por el enderezamiento de dos rígidos<br />
miembros, otra vez ansiosos de gustar placeres tan selectos y extáticos como los gozados<br />
anteriormente.<br />
Sin embargo, en aquel momento se puso en ejecución un nuevo programa. Ambrosio<br />
fue el primero en proponerlo.<br />
—Ya nos hemos hartado de sus coños —dijo crudamente, volviéndose hacia<br />
Verbouc, que estaba jugueteando con los pezones de Bella—. Ahora veamos de qué están<br />
hechos sus traseros. Esta adorable criatura sería un bocado digno del propio Papa, y Bella<br />
tiene nalgas de terciopelo, y un culo digno de que un emperador se venga dentro de él.<br />
La idea fue aceptada enseguida, y se procedió a asegurar a las víctimas para poder<br />
llevarla a cabo. Resultaba monstruoso. y parecía imposible el poderlo consumar, a la vista<br />
de la desproporción existente. El enorme miembro del cura quedó apuntando al pequeño<br />
orificio posterior de Julia, en tanto que Verbouc amenazaba a su sobrina en la misma<br />
dirección. Un cuarto de hora se consumió en los preparativos, y después de una espantosa<br />
escena de lujuria y libertinaje, ambas jóvenes recibieron en sus entrañas los cálidos chorros<br />
de las impías descargas.<br />
Al fin la calma sucedió a las violentas emociones que habían hecho presa en los<br />
actores de tan monstruosa escena, y la atención se fijó de nuevo en el señor <strong>De</strong>lmont.<br />
Aquel digno ciudadano, como ya señalé anteriormente, se había retirado a un rincón<br />
apartado, quedando al parecer vencido por el sueño, o embriagado por el vino, o tal vez por<br />
ambas cosas.<br />
—Está muy tranquilo —observó Verbouc.<br />
—<strong>Una</strong> conciencia diabólica es mala compañía —observó el padre Ambrosio, con su<br />
atención concentrada en el lavado de su oscilante instrumento.<br />
—Vamos, amigo, llegó tu turno. He aquí un regalo para ti —siguió diciendo<br />
Verbouc, al tiempo que mostraba en todo su esplendor, para darle el adecuado ambiente a<br />
sus palabras, los encantos más íntimos de la casi insensible Julia—. Levántate y<br />
disfrútalos. ¿Pero, qué ocurre con este hombre? ¡Cielos!, que... ¿qué es esto?<br />
Verbouc dio un paso atrás.<br />
El padre Ambrosio se inclinó sobre el desdichado <strong>De</strong>lmont para auscultar su corazón.<br />
—Está muerto —dijo tranquilamente.<br />
Efectivamente, había fallecido.<br />
Página 97 de 113