12.05.2013 Views

Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres

Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres

Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

<strong>Memorias</strong> <strong>De</strong> <strong>Una</strong> <strong>Pulga</strong><br />

—No me hagas aguardar demasiado. Me estáis enloqueciendo. ¡Padre! ¡Padre! ¡Oh,<br />

ya viene hacia mí, se prepara para joderme! ¡Dios santo, qué carajo! ¡Piedad! ¡Me partirá<br />

en dos!<br />

Entretanto Ambrosio, enardecido por el delicioso jugueteo con el que estuvo<br />

entretenido, devino demasiado excitado para permanecer como estaba, y aprovechando la<br />

oportunidad de una momentánea retirada de Verbouc, se puso de píe y tumbó sobre sus<br />

espaldas, en el blando sofá, a la hermosa muchacha.<br />

Verbouc tomó en su mano el formidable pene del santo padre, le dio un par de<br />

sacudidas preliminares, retiro la piel que rodeaba su cabeza en forma de huevo, y<br />

encaminando la punta anchurosa y ardiente hacia la rosada hendedura, la empujó<br />

vigorosamente dentro del vientre de ella.<br />

La humedad que lubricaba las partes nobles de la criatura facilitó la entrada de la<br />

cabeza y la parte delantera, y el arma del sacerdote pronto quedó sumida. Siguieron fuertes<br />

embestidas, y con brutal lujuria reflejada en el rostro, y escasa piedad por la juventud de su<br />

víctima, Ambrosio la ensartó. La excitación de Bella superaba el dolor, por lo que se abrió<br />

de piernas hasta donde le fue posible para permitirle regodearse según su deseo en la<br />

posesión de su belleza.<br />

Un ahogado lamento escapó de los entreabiertos labios de Bella cuando sintió aquella<br />

gran arma, dura como el hierro, presionando su matriz, y dilatándola con su gran tamaño.<br />

El señor Verbouc no perdía detalle del lujurioso espectáculo que se ofrecía a su vista,<br />

y se mantuvo al efecto cerca de la excitada pareja. En un momento dado depositó su poco<br />

menos vigoroso miembro en la mano convulsa de su sobrina.<br />

Ambrosio, tan pronto como se sintió firmemente alojado en el lindo cuerpo que<br />

estaba debajo de él, refrenó su ansiedad. Llamando en auxilio suyo el extraordinario poder<br />

de autocontrol con el que estaba dotado, pasó sus manos temblorosas sobre las caderas de<br />

la muchacha, y apartando sus ropas descubrió su velludo vientre, con el que a cada<br />

sacudida frotaba el mullido monte de ella.<br />

<strong>De</strong> pronto el sacerdote aceleró su trabajo. Con poderosas y rítmicas embestidas se<br />

enterraba en el tierno cuerpo que yacía debajo de él. Apretó fuertemente hacia adelante, y<br />

Bella enlazó sus blancos brazos en torno a su musculoso cuello. Sus testículos golpeaban<br />

las rechonchas posaderas de ella, su instrumento había penetrado hasta los pelos que,<br />

negros y rizados, cubrían por completo el sexo de ella.<br />

—Ahora lo tiene. Observa, Verbouc, a tu sobrina. Ve cómo disfruta los ritos<br />

eclesiásticos. ¡Ah, qué placer! ¡Cómo me mordisquen con su estrecho coñito!<br />

—¡Oh, querido, querido...! ¡Oh, buen padre, jodedme! Me estoy viniendo. ¡Empujad!<br />

¡Empujad! Matadme con él, si gustáis, pero no dejéis de moveros! ¡Así! ¡Oh! ¡Cielos! ¡Ah!<br />

¡Ah! ¡Cuán grande es! ¡Cómo se adentra en mí!<br />

El canapé crujía a causa de sus rápidas sacudidas.<br />

Página 58 de 113

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!