Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres
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<strong>Memorias</strong> <strong>De</strong> <strong>Una</strong> <strong>Pulga</strong><br />
—¡Ve, hombre lujurioso! —exclamó el piadoso padre Ambrosio—. ¡Contempla el<br />
estado en que hemos encontrado a esta pobre criatura! Y posando su manaza sobre el<br />
lampiño monte de Venus de la joven Julia, exhibió impúdicamente a los otros sus dedos<br />
escurriendo la descarga paternal.<br />
—¡Espantoso! —comentó Verbouc—. ¡Y si llegara a quedar embarazada!<br />
—¡Abominable! —gritó el padre Ambrosio—. <strong>De</strong>sde luego tenemos que impedirlo.<br />
<strong>De</strong>lmont gemiro<br />
Mientras tanto., Ambrosio y su coadjutor introdujeron a su joven víctima en la<br />
habitación, y comenzaron a tentar y a acariciar todo su cuerpo, y a dedicarse a ejecutar<br />
todos los actos lascivos que preceden a la desenfrenada entrega a la posesión lujuriosa.<br />
Julia, aún bajo los efectos del sedante que le habían administrado, y totalmente confundida<br />
por el proceder de aquella virtuosa pareja, apenas se daba cuenta de la presencia de su<br />
digno padre. que todavía se encontraba sujeto por los blancos brazos de Bella, y con su<br />
miembro empotrado aún en su dulce vientre.<br />
~¡Vean cómo corre la leche piernas abajo! —exclamó Verbouc, introduciendo<br />
nerviosamente su mano entre los muslos de Julia—. ¡Qué vergüenza!<br />
—Ha escurrido hasta sus lindos píececítos —observó Ambrosio, alzándole una de sus<br />
bien torneadas piernas, con la pretensión de proceder al examen de sus finas botas de<br />
cabritilla, sobre las que se podía ver más de una gota de líquido seminal, al mismo tiempo<br />
que con ojos de fuego exploraba con avidez la rosada grieta que de aquella manera quedó<br />
expuesta a su mirada.<br />
<strong>De</strong>lmont gimió de nuevo.<br />
—¡Oh. Dios qué belleza! —gritó Verbouc, dando una palmada en sus redondas<br />
nalgas—. Ambrosio: proceda para evitar cualquier posible consecuencia de un hecho tan<br />
fuera de lo común. Únicamente la emisión de un hombre vigoroso puede remediar una<br />
situación semejante.<br />
—Sí, es cierto, hay que administrársela —murmuró Ambrosio, cuyo estado de<br />
excitación durante este intervalo puede ser mejor imaginado que descrito.<br />
Su sotana se alzaba manifiestamente por la parte delantera, y todo su comportamiento<br />
delataba sus violentas emociones.<br />
Ambrosio se despojó de su sotana y dejó en libertad su enorme miembro, cuya<br />
rubicunda e hinchada cabeza parecía amenazar a los cielos.<br />
Julia, terriblemente asustada, inició un débil movimiento de huida mientras el señor<br />
Verbouc, gozoso, la sostenía exhibiéndola en su totalidad.<br />
Julia contempló por segunda vez el miembro terriblemente erecto de su confesor, y.<br />
adivinando sus intenciones por razón de la experiencia de iniciación por la que acababa de<br />
pasar, casi se desvaneció de pánico.<br />
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