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Memorias De Una Pulga - AMPA Severí Torres

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<strong>Memorias</strong> <strong>De</strong> <strong>Una</strong> <strong>Pulga</strong><br />

—<strong>De</strong> esta manera contesto a tus preguntas —terminó diciendo— y explico tus<br />

preferencias por tu sobrina, tu dulce pero prohibida compañera de juegos, cuyas deliciosas<br />

piernas estoy acariciando en estos momentos.<br />

Cuando el padre Ambrosio hubo concluido su disertación, dirigió una fugaz mirada a<br />

la linda muchacha, cosa que bastó para hacer que su gran arma adquiriera sus mayores<br />

dimensiones.<br />

—Ven, mi fruto prohibido —dijo él—. Déjame que te joda; déjame disfrutar de tu<br />

persona a plena satisfacción. Ese es mi mayor placer, mi éxtasis, mi delirante disfrute. Te<br />

inundaré de semen, te poseeré a pesar de los dictados de la sociedad. Eres mía ¡ven!<br />

Bella echó una mirada al enrojecido y rígido miembro de su confesor, y pudo<br />

observar la mirada de él fija en su cuerpo juvenil. Sabedora de sus intenciones, se dispuso a<br />

darles satisfacción.<br />

Como ya su majestuoso pene había entrado con frecuencia en su cuerpo en toda su<br />

extensión, el dolor de la distensión había ya cedido su lugar al placer, y su juvenil y<br />

elástica carne se abrió para recibir aquella gigantesca columna con dificultad apenas<br />

limitada a tener que efectuar la introducción cautelosamente.<br />

El buen hombre se detuvo por unos momentos a contemplar el buen prospecto que<br />

tenía ante sí; luego, adelantándose, separó los rojos labios de la vulva de Bella, y metió<br />

entre ellos la lisa bellota que coronaba su gran arma. Bella la recibió con un<br />

estremecimiento de emoción.<br />

Ambrosio siguió penetrando hasta que, tras de unas cuantas embestidas furiosas,<br />

hundió toda la longitud del miembro en el estrecho cuerpo juvenil que lo recibió hasta los<br />

testículos.<br />

Siguieron una serie de embestidas, de vigorosas contorsiones de parte de uno, y de<br />

sollozos espasmódicos y gritos ahogados de la otra. Si el placer del hombre pío era intenso,<br />

el de su joven compañera de juego era por igual inefable, y el duro miembro estaba ya bien<br />

lubricado como consecuencia de las anteriores descargas. <strong>De</strong>jando escapar un quejido de<br />

intensa emoción logró una vez más la satisfacción de su apetito, y Bella sintió los chorros<br />

de semen abrasándole violentamente las entrañas.<br />

—¡Ah, cómo me habéis inundado los dos! —dijo Bella. Y mientras hablaba podía<br />

observarse un abundante escurrimiento que, procedente de la conjunción de los muslos,<br />

corría por sus piernas basta llegar al suelo.<br />

Antes de que ninguno de los dos pudiera contestar a la observación, llegó a la<br />

tranquila alcoba un griterío procedente del exterior. que acabó por atraer la atención de<br />

todos los presentes, no obstante que cada vez se debilitaba mas.<br />

Llegando a este momento debo poner a mis lectores en antecedentes de una o dos<br />

cosas que hasta ahora, dadas mis dificultades de desplazamiento, no consideré del caso<br />

mencionar. El hecho es que las pulgas, aunque miembros ágiles de la sociedad, no pueden<br />

llegar a todas partes de inmediato, aunque pueden superar esta desventaja con el despliegue<br />

de una rara agilidad, no común en otros insectos.<br />

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