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Benito Cereno - Lom Ediciones

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Al leer un noruego esta fórmula que usa el Papa: servidor de los servidores de Dios,<br />

¿cómo ha de discurrir que el que la dice es el obispo de los obispos y el rey de los<br />

reyes?<br />

En la época en que los fragmentos de Petronio tenían gran fama en la literatura,<br />

Meibomins, sabio de Lubeck, leyó en una carta que imprimió otro sabio de Bolonia<br />

lo siguiente: “Aquí tenemos un Petronio completo, yo lo he visto y lo he admirado”.<br />

En seguida Meibomins parte para Italia, se dirige a Bolonia, busca al bibliotecario<br />

Capponi y le pregunta si es verdad que tiene allí a Petronio completo. Capponi le<br />

responde que es público y notorio. Capponi le conduce a la iglesia donde descansa<br />

el cuerpo de San Petronio. Meibomins toma el correo y huye.<br />

Si el jesuita Daniel tomó a un abad guerrero, martialem abbatem, por el abab Marcial,<br />

cien historiadores han incurrido en mayores errores. El jesuita Dorleans, en<br />

su obra Revoluciones de Inglaterra, habla indiferentemente de Northampton y de<br />

Southampton, no equivocándose más que de Norte a Sur.<br />

Frases metafóricas tomadas en un sentido propio han decidido muchas veces la<br />

opinión de muchas naciones. Conocida es la metáfora de Isaías: “¿Cómo caíste del<br />

cielo, estrella brillante que apareces al rayar la mañana?”. Supusieron que en esa<br />

imagen aludía al diablo, y como la palabra hebrea que corresponde a la estrella<br />

de Venus se tradujo en latín por la palabra Lucifer, desde entonces se ha llamado<br />

siempre Lucifer al diablo.<br />

El ejemplo más singular del abuso de las palabras, de los equívocos voluntarios y de<br />

los errores que han producido más trastornos, nos lo ofrece el Kin-Tien de la China.<br />

Varios misioneros de Europa disputaron acaloradamente sobre la significación de<br />

esa palabra. La corte de Roma envió a un francés llamado Maigrot, nombrándole<br />

obispo imaginario de una provincia de la China, para que decidiera el sentido de la<br />

indicada palabra. Maigrot no sabía una palabra del idioma chino. El emperador se<br />

dignó explicarle lo que en su lengua significaba Kin-Tien. Maigrot no lo quiso creer,<br />

y consiguió que Roma excomulgase al emperador de la China.<br />

No acabaríamos nunca si hubiéramos de referir todos los abusos de palabras que<br />

nos acuden a la imaginación.<br />

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