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Benito Cereno - Lom Ediciones

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Dreyfus en Kasrílevke<br />

Sholem Aleijem<br />

N o sé si la historia de Dreyfus provocó en alguna parte tanto ruido como en Kasrílevke.<br />

París, dicen, también hervía como en una olla. Los diarios escribían, los generales se<br />

pegaban un tiro, y muchachotes corrían por las calles como locos, tiraban sus gorras<br />

al aire y hacían de las suyas. Uno gritaba "¡Viva Dreyfus!", y el otro gritaba "¡Viva<br />

Esterhazy!", y a los judíos, entretanto, se los humillaba y emporcaba como de costumbre…<br />

Pero tanto dolor, tanta penuria y abatimiento como sufrió por eso Kasrílevke, no<br />

lo va a sufrir París hasta que llegue el Mesías.<br />

No pregunten cómo se enteraron en Kasrílevke del tema Dreyfus, porque, ¿cómo se<br />

sabe allí de la guerra que desataron los ingleses contra los boers. ¿Y cómo saben lo que<br />

sucede en China? ¿Qué relación tiene Kasrílevke con China? ¡Por los grandes negocios<br />

que hacen con el mundo! El té lo compran de Visotsky, de Moscú, y la tela amarilla<br />

china para el verano que llaman "Che-Shun Cha" no se usa en Kasrílevke. Esa tela no<br />

es para sus bolsillos. Gracias a Dios que pueden usar en verano un saco, aunque sea<br />

de lustrina; si no, pueden usar –con perdón– solo pantalones, y arriba nada más que<br />

el pequeño manto de oraciones de seda. A pesar de eso, cuando el verano es caluroso<br />

sudan con todo placer.<br />

Sigue entonces en pie aquella pregunta: ¿cómo se enteró Kasrílevke del tema Dreyfus?<br />

Por Zeidl.<br />

Zeidl, el hijo de Reb.<br />

Shaie es el único de la ciudad suscrito al diario hebreo Tsefi ra, y todas las novedades<br />

que tienen lugar en el mundo son conocidas por él, mejor dicho, no por él, sino a través<br />

de él. Él las lee y ellos las interpretan; él cuenta y ellos deducen el signifi cado de lo que<br />

escuchan; él dice lo que está escrito y ellos entienden a menudo lo contrario, porque<br />

ellos entienden mejor.<br />

Cierto día, llegó Zeidl a la sinagoga y contó una historia: que en París juzgaron a un<br />

capitán judío, un tal Dreyfus, por entregar al enemigo importantes documentos del<br />

Estado. Y a ellos esta noticia les entró por un oído y les salió por el otro. Uno comentó<br />

de paso:<br />

–¿Qué no hace un judío para ganarse el sustento?<br />

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