16.05.2013 Views

Benito Cereno - Lom Ediciones

Benito Cereno - Lom Ediciones

Benito Cereno - Lom Ediciones

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Pintura mural del Castillo Neushwanstein<br />

Tres días tardó todavía, no pudiendo desprenderse del país donde vivía la reina. Pero<br />

llegado el cuarto día, se despidió del guardabosque que le había albergado y dijo a<br />

Gorvalán:<br />

–Buen maestro, ha llegado la hora de la gran partida; marcharemos hacia la tierra de<br />

Gales.<br />

Se pusieron en camino, tristemente, bajo la noche. Pero su camino seguía a lo largo<br />

del jardín cercado de estacas donde en otro tiempo Tristán esperaba a su amiga. La<br />

noche brillaba, límpida, cuajada de estrellas… En el recodo del camino, no lejos de la<br />

empalizada, vio erguirse en la claridad del cielo el tronco robusto del gran pino.<br />

–Buen maestro, espera en el bosque cercano; vuelvo enseguida.<br />

–¿Adónde vas, loco? ¿Quieres, sin tregua, seguir buscando tu muerte?<br />

Pero de un salto ágil, Tristán había ganado la empalizada de estacas. Llegó hasta el<br />

gran pino, cerca de la gradería de mármol claro. ¿De qué serviría ahora arrojar a la<br />

fuente virutas bien talladas? ¡Isolda no vendría ya! Con pasos ligeros y prudentes, por<br />

el sendero que antes siguiera la reina, osó aproximarse al castillo. En su cámara, entre<br />

los brazos de Marés durmiente, velaba Isolda. De pronto, por la ventana entreabierta,<br />

donde jugueteaban los rayos de la luna, entró la voz de un ruiseñor.<br />

- 44 -

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!