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Gustavo Daniel Perednik - Universidad ORT Uruguay

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GRANDES PENSADORES - G. D. <strong>Perednik</strong>-<br />

una atmósfera misteriosa de temible inseguridad, debido a una<br />

ilógica secuencia de eventos, que sin embargo son muy simples.<br />

Sin dificultad, hallamos en Kafka mensajes filosóficos, judaicos o<br />

kabalísticos. Es notable que esa búsqueda seduzca tanto a los<br />

lectores.<br />

Veámoslo en un diálogo de El Castillo. Un agrimensor, invitado a<br />

realizar trabajos profesionales en un pueblo adscrito a un castillo,<br />

abandona su patria, su familia y su puesto de trabajo para acudir<br />

a la llamada, pero al llegar le dicen que en el pueblo no hace<br />

ninguna falta, por lo cual se halla, desde un principio, al margen<br />

de la comunidad. Emprende una lucha a ciegas para entrevistarse<br />

con la administración, autora de la llamada, y que reside en el<br />

castillo. Pero el agrimensor K fracasa también en este empeño. El<br />

mundo que lo rodea le está vedado, lo aliena, es inextricable.<br />

Brod nos explica que Kafka ha sabido plasmar la lucha espiritual<br />

del hombre moderno, que busca a tientas algo que está por encima<br />

de él. En El castillo, el alcalde le explica a K que no hace falta<br />

ningún agrimensor y que la convocatoria a K ha sido un error.<br />

Reproduzco la explicación del alcalde ante la protesta del<br />

agrimensor:<br />

“Hay autoridades de control. Por supuesto, su función<br />

no es buscar errores... porque no ocurren los errores,<br />

e incluso si de vez en cuando ocurre un error, como<br />

en su caso, ¿quién puede decir finalmente que se trata<br />

de un error?”<br />

La lógica del alcalde es representativa de la escritura de Kafka, en<br />

un movimiento doble o triple de interpretación que se autocancela:<br />

1) los errores no ocurren; 2) la convocatoria a K es un error; 3)<br />

¿quién puede decir finalmente que se trata de un error?<br />

Dos problemas surgen de ese párrafo, que encierran buena parte<br />

de la singularidad del estilo kafkiano, de su misterio: la<br />

contradicción difusa y el metadiscurso.<br />

El primer problema es la yuxtaposición de argumentos que son<br />

válidos en sí mismos, pero que en conjunto se excluyen unos a<br />

otros. Podemos recordar el conocido chiste: cuando José le devuelve<br />

a Simón, rota, la filmadora que le había pedido prestada, argumenta<br />

en su defensa: “Primero, nunca me prestaste ninguna filmadora;<br />

segundo, la que me prestaste estaba rota desde el comienzo;<br />

tercero, te la devolví en perfectas condiciones”.

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