Gustavo Daniel Perednik - Universidad ORT Uruguay
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Filón y el Helenismo - Capítulo V-<br />
Boman, por su parte, fue un teólogo noruego, iniciador del<br />
movimiento de Teología Bíblica que fue muy activo hasta mediados<br />
del siglo XX. Boman revisó el modo de pensar hebraico, halló sus<br />
similitudes con el griego, y contrastó ambos con la negación del<br />
pensamiento que considera típicamente budista. A partir del<br />
significado de diversas palabras en la Biblia hebrea, Boman pone<br />
de relieve la vitalidad del modo de pensar hebreo, que se ve<br />
verbigracia en que los verbos hebreos son dinámicos mientras los<br />
griegos son estáticos. El mundo occidental, heredó de la cultura<br />
greco-romana el carácter estático de los verbos griegos.<br />
Por ejemplo, el ser es expresado en hebreo por medio de la<br />
yuxtaposición de dos sustantivos. AB significaría A es B, y la raíz<br />
del verbo ser significa más devenir. Según Boman, en hebreo, uno<br />
no es, sino que deviene. Aún el descanso de Dios el séptimo día es<br />
una forma dinámica. El reposo divino no es la detención de su<br />
actividad, sino el resultado de ésta.<br />
Cuando Dios “pone” al hombre en el Edén o al pueblo de Israel en<br />
su tierra, el descanso de uno y otro consiste en una especie de<br />
llegar a destino para cumplir con una tarea, y no descansar de<br />
ella.<br />
Esta virtud del idioma hebreo se suma a muchas singularidades<br />
de esta lengua que llevaron a grandes pensadores y literatos a<br />
admirarla.<br />
Dos eximios exponentes de las letras alemanas, Goethe y Schiller,<br />
se iniciaron en el movimiento literario romántico Sturm und Drang,<br />
cuyo precursor fue Johann Gottfried Herder, impulsor de los estudios<br />
hebraicos, traductor del Cantar de los Cantares, y amigo personal<br />
de Moisés Mendelssohn, a quien dedicaremos el décimo capítulo.<br />
Herder opinó que valía la pena dedicar diez años al estudio del<br />
idioma hebreo, aunque más no fuera para leer en su original el<br />
esplendor del salmo 104, que hemos mencionado en el segundo<br />
capítulo. Se trata de un himno ecológico denominado Barji Nafshi<br />
(“que mi alma bendiga”), representante de lo que Herder calificaba<br />
de “la poesía más antigua, simple y sincera del mundo”.<br />
Más aun, el romanticismo inglés engendró grandes admiradores<br />
del hebraísmo, como los llamados “poetas del lago”, Samuel<br />
Coleridge y Robert Southey. Coleridge confiesa que nunca pudo<br />
descubrir lo sublime en la literatura griega clásica: “La sublimidad<br />
es hebrea de nacimiento”.<br />
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