Gustavo Daniel Perednik - Universidad ORT Uruguay
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Freud y la Identidad - Capítulo XIV-<br />
Por último, Lacan también suscribía a la opinión que desarrollamos<br />
en el próximo capítulo acerca de que la influencia de la civilización<br />
judaica en la revolución científica.<br />
Tanto Freud como Einstein asumieron su pertenencia al pueblo<br />
judío y al movimiento sionista; ambos fueron fundadores de la<br />
<strong>Universidad</strong> Hebrea de Jerusalén, donde Einstein pronunció su<br />
discurso en 1923 parcialmente en hebreo.<br />
Asimismo, Freud y Einstein mantuvieron un intercambio epistolar<br />
fascinante, gestionado por el funcionario de la Liga de las Naciones<br />
León Steinig, en el que se refirieron a la naturaleza de la guerra.<br />
Einstein comenzó con el envío de una simple pregunta: “¿Hay<br />
algún modo para librar a la humanidad de la amenaza de la guerra?<br />
Es sabido que, con el avance de la ciencia, este asunto ha pasado<br />
a ser una cuestión de vida o muerte para la civilización tal como la<br />
conocemos... ¿Es posible controlar la evolución mental del hombre<br />
para ponerlo a resguardo de la psicosis de odio y destructividad?”<br />
En su réplica desde la Viena previa a la hecatombe, en septiembre<br />
de 1932, Freud se confiesa sorprendido de que Einstein “no eligiera<br />
un problema referido a los límites de lo cognoscible, hasta que<br />
reparé en que no formula usted la pregunta en su condición de<br />
científico o físico, sino como un amante de la humanidad”.<br />
La respuesta de Freud es moderadamente optimista: “el derecho<br />
mismo, es una evolución desde la violencia; los conflictos entre<br />
los hombres se resuelven, como en el reino animal, por el recurso<br />
de la violencia, y ya hemos pasado de la violencia a la ley”. Por<br />
ello augura que “en vez de guerras reiteradas, incesantes, ahora<br />
la humanidad desata guerras más infrecuentes, aun si son más<br />
destructivas”.<br />
Cuando la correspondencia fue publicada en 1933 bajo el título de<br />
¿Por qué la guerra?, el régimen que persiguió a ambos humanistas<br />
ya estaba en el poder, y por ende las cartas no tuvieron la difusión<br />
prevista. Pero el episodio revela a dos lumbreras del siglo que<br />
supieron encontrar el tiempo cualitativo necesario, para distraerse<br />
de sus investigaciones y preocuparse por el destino de la<br />
humanidad. Esa inquietud está en la escala más elevada de la<br />
moralidad humana. Einstein y Freud compartieron una época<br />
trágica, un destino similar, y devoción por la paz. Su pertenencia<br />
al pueblo judío sólo podía enaltecer esa vocación.<br />
En efecto, Georges Dumézil explica que a todos los pueblos<br />
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