Gustavo Daniel Perednik - Universidad ORT Uruguay
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GRANDES PENSADORES - G. D. <strong>Perednik</strong>-<br />
mantuvo esa tradición y la transmitió sin interrupciones de<br />
generación en generación, por tres milenios.<br />
Por ello, Yehuda Haleví dedica muchos argumentos a las<br />
circunstancias bajo las que la profecía surgió, es decir a las<br />
cualidades del pueblo judío, de Eretz Israel, del templo de Jerusalén<br />
y del idioma hebreo.<br />
Yehuda Haleví analiza los dos nombres divinos, Elohim y Adonai.<br />
El primero es el concepto de Dios logrado por razonamiento<br />
filosófico y el segundo se vincula con la Shejiná, la providencia<br />
divina. Aquí muestra que para estar en presencia de ésta, los<br />
judíos tienen una singular propiedad profética.<br />
Cuando debe refutar el aristotelismo, Yehuda Haleví admite que<br />
Aristóteles es el máximo logro del intelecto humano, pero agrega<br />
que su validez se circunscribe a las matemáticas y la lógica, nunca<br />
para la ley divina. Quien aprehende la realidad espiritual no es el<br />
filósofo: es el profeta, y lo hace por vía de sus sentidos, del mismo<br />
modo en que el hombre común aprehende la realidad física.<br />
El profeta no tiene por misión enseñar verdades eternas, sino los<br />
actos que llevan a la experiencia de la presencia divina. La profecía,<br />
sólo es posible en Israel, el pueblo objeto de lo que Yehuda Haleví<br />
denomina el inián elohí o asunto divino. Éste comenzó en individuos<br />
(cada uno de los patriarcas), se trasladó a una familia (los hijos<br />
de Jacob), y luego a una nación. Terminará por arribar a la<br />
humanidad entera.<br />
El primer mandamiento del Decálogo no es sino una presentación<br />
de la divinidad, quien no apela a lo más remoto (no dice “Soy tu<br />
Dios que creé el universo”) sino a la experiencia histórica: “Soy tu<br />
Dios que te liberé de Egipto”.<br />
Para valorar la innovación teológica de Yehuda Haleví, cabe una<br />
síntesis de las que se han llamado pruebas de la existencia de<br />
Dios, recurrentes en el pensamiento medieval. Digamos que estas<br />
demostraciones son básicamente tres, amén de la cuarta que<br />
ulteriormente añadió Yehuda Haleví. De los tres argumentos<br />
tradicionales que siguen, sólo el tercero fue característico del<br />
pensamiento judío.<br />
El primer argumento medieval para probar la existencia de Dios<br />
es el ontológico, que deriva exclusivamente del razonamiento<br />
lógico. La existencia de Dios sigue necesariamente de la definición