Gustavo Daniel Perednik - Universidad ORT Uruguay
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Moisés y la Moral - Capítulo II-<br />
Mernefta, por su parte, es quien hace primera mención de Israel<br />
en la historiografía no-israelita, en una famosa tabla en la que se<br />
anuncia la destrucción de los judíos. Ambas hipótesis, Tutmosis y<br />
Mernefta, fueron descartadas por sendos eruditos: Moshé<br />
Greenberg, de la <strong>Universidad</strong> Hebrea, y el historiador alemán<br />
Eduard Meyer. Nos quedamos con las posibilidades intermedias, y<br />
con una jugosa polémica acerca de la identidad del faraón.<br />
MÁS MÁS MÁS ALLÁ ALLÁ DE DE LA LA MONOLA<br />
MONOLATRÍA<br />
MONOLA TRÍA<br />
Sigmund Freud, sobre quien nos extenderemos en el capítulo<br />
catorce, opinó en su último libro, El hombre Moisés y la religión<br />
monoteísta (1937), que el Éxodo se produjo durante el interregno<br />
entre Amenofis IV y Tutankamón, un período de anarquía que<br />
acompañó el declive de la decimoctava dinastía.<br />
Fundamentado en esa predilección cronológica, Freud construye<br />
una singular hipótesis acerca los orígenes de la religión en general,<br />
y del judaísmo en particular. Postergamos el análisis freudiano de<br />
la religión hasta el capítulo correspondiente, y nos concentraremos<br />
aquí en su abordaje del judaísmo, comenzando por la función<br />
esencial que en ese esquema le cupo a Amenofis IV.<br />
Éste nació alrededor del año 1400 a.e.c. y reinó durante diecisiete<br />
años bajo el nombre de Akenatón, el que es útil a Atón (el dios<br />
sol). Su padre, Amenofis III, había gobernado por casi cuatro<br />
décadas e hizo construir los templos de la capital Tebas, de los<br />
cuales aún puede admirarse el de Luxor.<br />
La vida y obra de Amenofis IV han sido dilatadamente estudiadas<br />
debido a que promovió una transformación radical en la vida<br />
religiosa del país. El arqueólogo norteamericano James Breasted,<br />
redactor del primer diccionario de egipcio antiguo, llegó a<br />
denominarlo “el primer individuo de la historia humana”.<br />
Akenatón estableció al dios sol (Atón) como único objeto de culto<br />
permitido y, caso inédito en el Egipto de marras, no hurgó para<br />
sus nuevas ideas linaje en la vieja tradición. Se le opuso<br />
abiertamente, y lanzó una campaña contra los sacerdotes del viejo<br />
culto en Tebas. Éstos lo obligaron a trasladar la capital, que<br />
estableció en Aket-Atón, horizonte de Atón. Las ruinas de esta<br />
ciudad, a más de doscientos kilómetros al sur de El Cairo, se<br />
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