Brasil Final Report - Department of Physics - The Ohio State University

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Llegado a este punto, me interesa destacar y en cierta forma explicar la actitud pasiva y en
muchos casos complaciente de nuestras comunidades académicas y educativas frente al proceso de
transformación técnico-instrumental experimentado en la comprensión de lo educativo y
académico, que orienta las formas de organizar las instituciones y actividades educativas que se han
venido implementando en los últimos años.
Dado que la validez del conocimiento se ha solido vincular a la objetividad y por ende a la
universalidad, parece ser, de una parte, que la pretensión de lo universal, de lo objetivo, sigue
siendo un anhelo y una base de seguridades para quienes estamos vinculados a la actividad
científica de alguna manera, en particular para los profesores de ciencias. Por ello la búsqueda de
una mejor calidad y de una mayor eficiencia se considera no sólo una pretensión loable sino
necesaria en si misma. De otra parte, se la ve como una necesidad atendiendo las circunstancias
actuales: dado que se ha asumido como un precepto que en el Nuevo Orden Mundial la producción
científica y tecnológica es la primera fuerza productiva, se suele considerar que la capacidad de un
país para insertarse en la competencia del mercado depende de su grado de desarrollo científico y
tecnológico. Y aquí la retórica del desarrollo sigue produciendo sus efectos en nuestros países: las
comparaciones con los países desarrollados se vuelven inevitables. Se ve como indispensable el
desarrollo educativo según los estándares internacionales y el fortalecimiento de una cultura
académica mediante la formación de tradiciones investigativas ancladas en los trabajos de
investigación que adelantan los países desarrollados científica y tecnológicamente. Los sistemas
educativos y académicos de los países desarrollados se convierten en una referente de mejor calidad
y eficiencia al que hay que tender.
La calidad y la eficiencia son ideas que comparten el mismo carácter con la verdad, en
cuanto se constituyen en parámetros absolutos – independientes de todos los contextos – para la
regulación de las actividades humanas, que si bien son inalcanzables establecen una dirección en
ellas, una meta a la que deben tender; de allí que se pueda hablar de mejoramiento, de progreso. Las
decisiones respecto a alternativas conflictivas son aceptadas confiadamente cuando se dictaminan
mediante criterios que trascienden la mera subjetividad, no importa si, según la cultura, estos
criterios son dados por el hígado de un animal sacrificado o por el juicio autorizado de un experto.
Las imposiciones sociales son acatadas si provienen de alguien que encarna una realidad que
trasciende la finitud humana, o que la representa 7 .
Y es que el ejercicio del poder para que sea efectivo, se legitima ideológicamente. Y para
Investirse de legitimidad y cumplir sus efectos cabalmente, el ejercicio de poder siempre se remite a
un tercero, sea éste la divinidad, la tradición, el conocimiento o la voluntad general; y éste comienza
a tambalearse cuando la gente empieza a cuestionar este metanivel, o cuando las capacidades de los
mediadores son puestas en duda, o cuando los criterios son vistos como fruto de la simple
contingencia humana 8 . Por eso resulta muy difícil enfrentarse a la retórica de la calidad, de la
eficiencia y de la verdad: ¿cómo podría uno negarse a que el sistema educativo fuera más eficiente
y que la calidad de la educación filera mejor?, sin embargo comienza a quebrarse cuando las
propuestas que se plantean con este propósito se analizan a la luz de un contexto especifico: ¿es
mejor para quienes? ¿para qué contexto?
Las contradicciones que surgen de la contraposición entre lo universal y lo local se hacen
manifiestas. De una parte, al ser calidad y eficiencia ideas que comportan ese carácter universal y
absoluto, se espera que los procedimientos para avanzar en la dirección que determinan estas ideas
también sean universales y absolutos, y que sea posible establecer comparaciones entre los
diferentes estados de calidad y eficiencia obtenidos cuando la educación y academia se encaminan
7 IBAÑEZ, T., Ciencia, retorica de la “verdad” y relativismo. ARCHIPIÉLAGO, Cuadernos de Crítica de la Cultura,
Nº 20, 1995, Barcelona