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Algunos otros Alias de la Militancia Roja - Museo SEAT

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A <strong>la</strong> Conferencia asistimos tres <strong>de</strong>l Comité Quinto y David, <strong>de</strong>l Comité<br />

Ejecutivo, que estaba en nuestras posiciones, más algún camarada que se coló<br />

en el filtro que habían preparado los <strong>de</strong> <strong>la</strong> posición oficialista que li<strong>de</strong>raba<br />

Lobato para <strong>la</strong> elección <strong>de</strong> <strong>de</strong>legados a <strong>la</strong> conferencia. En total éramos siete u<br />

ocho por nuestra parte y veintitantos por los oficialistas. Pero a pesar <strong>de</strong> <strong>la</strong><br />

corre<strong>la</strong>ción <strong>de</strong> fuerzas les era favorable <strong>de</strong>fendimos nuestras posiciones con<br />

coraje. De tal manera que tras dar cuenta <strong>de</strong>l trabajo en nuestros respectivos<br />

territorios, como constaba en el or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l día, durante toda <strong>la</strong> jornada no fue<br />

posible estar <strong>de</strong> acuerdo en nada, perdiendo nos<strong>otros</strong> todas <strong>la</strong>s votaciones que<br />

se hicieron. Pero <strong>la</strong> gota que colmó el vaso fue mi última intervención:<br />

– Camaradas, con vuestras posiciones entregáis el Partido a los<br />

reconciliadores porque tal y como hemos explicado en nuestro análisis, en <strong>la</strong>s<br />

condiciones que estamos sufriremos aminoración en todos los sentidos, en el<br />

seno <strong>de</strong> <strong>la</strong>s vías reformistas.<br />

<strong>Algunos</strong> interpretaron mi intervención como que les había l<strong>la</strong>mado<br />

traidores y hubo una cascada <strong>de</strong> pa<strong>la</strong>bras que, con ánimo encendido, nos<br />

exigían que nos fuéramos <strong>de</strong> <strong>la</strong> reunión. Pero cuando me puse en pie y<br />

propuse a los que estaban en nuestra posición: “Camaradas, aquí ya no hay nada<br />

que hacer así que <strong>la</strong>rguémonos” Antonio, <strong>de</strong>l Comité Ejecutivo y responsable <strong>de</strong><br />

organización <strong>de</strong>l Partido, se levantó diciendo:<br />

– ¡No, no, un momento!, antes <strong>de</strong> marcharos <strong>de</strong>béis dar cuentas <strong>de</strong>l millón<br />

<strong>de</strong> pesetas que David, por ser <strong>de</strong> finanzas, tiene en su po<strong>de</strong>r.<br />

Yo que no sabía nada <strong>de</strong>l dinero me quedé estupefacto. Y David, con toda<br />

<strong>la</strong> frialdad <strong>de</strong>l mundo, tomó <strong>la</strong> pa<strong>la</strong>bra y dijo:<br />

– Camaradas, en efecto soy responsable <strong>de</strong> ese dinero. Pero si lo queréis<br />

ahora sólo dispongo <strong>de</strong> medio millón porque el otro medio lo tiene a buen<br />

recaudo Astorga en París. 136<br />

Yo no salía <strong>de</strong> mi asombro, pero como todas <strong>la</strong>s miradas se dirigieron hacia<br />

mí no pu<strong>de</strong> hacer otra cosa que confirmar lo dicho por David.<br />

Tengo que reconocer que su argucia estaba bien trazada, pues acababa <strong>de</strong><br />

hacernos un seguro anti agresión.<br />

No obstante, y tras acordar que aquel<strong>la</strong> misma noche <strong>de</strong>bíamos entregar el<br />

medio millón <strong>de</strong> pesetas que David tenía en su po<strong>de</strong>r, salimos con <strong>la</strong><br />

posibilidad <strong>de</strong> sufrir un linchamiento <strong>de</strong> un momento a otro.<br />

Pero una vez más David, como “lobo viejo” que era, se metió <strong>la</strong> mano<br />

<strong>de</strong>recha en el bolsillo <strong>de</strong> su chaqueta y marcando con su <strong>de</strong>do índice<br />

136 En España el Partido aun me seguía l<strong>la</strong>mando Astorga aunque en Francia me conocían como Pepe.<br />

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