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Algunos otros Alias de la Militancia Roja - Museo SEAT

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Mientras comía bajo <strong>la</strong> vigi<strong>la</strong>ncia discreta <strong>de</strong> los dos sociales intenté poner<br />

en or<strong>de</strong>n mis pensamientos y aún <strong>de</strong>sconociendo lo que me podía pasar al<br />

regreso <strong>de</strong>l rubiales, hice un recuento <strong>de</strong> <strong>la</strong>s instrucciones <strong>de</strong>l Partido en caso<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>tención, que en esencia eran:<br />

• No <strong>de</strong>cir nombres propios si nos veíamos obligados a mencionar<br />

algún militante.<br />

• Reconocer que se era militante comunista, para darle valor al<br />

Partido, pero cal<strong>la</strong>r tanto como se pudiera direcciones, lugares <strong>de</strong> reunión,<br />

nombres <strong>de</strong> célu<strong>la</strong>s, etc.<br />

Yo pensaba cumplir con <strong>la</strong>s instrucciones <strong>de</strong>l Partido en <strong>la</strong> medida <strong>de</strong> lo<br />

posible. Todo <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> <strong>la</strong> táctica que usara el rubiales.<br />

– No has comido nada – me dijo el social al retirar el p<strong>la</strong>to, mientras que el<br />

otro volvía a esposarme <strong>la</strong>s dos manos a <strong>la</strong> espalda. Entonces manifesté mis<br />

<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> ir al servicio y sin di<strong>la</strong>ción alguna me condujeron hasta <strong>la</strong> puerta <strong>de</strong><br />

un <strong>la</strong>vabo que estaba <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> <strong>la</strong> sa<strong>la</strong> don<strong>de</strong> me tenían. Me pusieron <strong>de</strong><strong>la</strong>nte<br />

<strong>de</strong> <strong>la</strong> puerta y mientras uno <strong>de</strong> ellos me quitaba <strong>la</strong>s esposas el otro abrió <strong>la</strong><br />

puerta <strong>de</strong>l servicio y me empujaron a<strong>de</strong>ntro.<br />

– Cuando termines das dos golpes en <strong>la</strong> puerta – me dijeron, ya que <strong>la</strong><br />

puerta tenía un cerrojo por fuera.<br />

Así lo hice, al terminar di dos golpes en <strong>la</strong> puerta, entonces me dijeron que<br />

me pusiera <strong>de</strong> espaldas a ellos y no tardé mucho en sentir otra vez los grilletes<br />

en mis muñecas. Cuando me volví hacia ellos aun tuve tiempo <strong>de</strong> ver como<br />

uno <strong>de</strong> los sociales guardaba su pisto<strong>la</strong> en <strong>la</strong> funda sobaquera.<br />

Mientras estaba en el <strong>la</strong>vabo había vuelto el rubiales y nada más regresar a<br />

<strong>la</strong> sa<strong>la</strong> or<strong>de</strong>nó a los suyos que le llevaran al prisionero.<br />

Se abrió una puerta que comunicaba con otra sa<strong>la</strong> contigua y allí estaba el<br />

rubiales sentado tras una mesita pequeña que sólo tenía encima algunos<br />

folios, un teléfono, una máquina <strong>de</strong> escribir y creo que un cenicero. La mayor<br />

parte <strong>de</strong> <strong>la</strong>s pare<strong>de</strong>s estaban cubiertas con una especie <strong>de</strong> archivadores,<br />

armarios metálicos que soportaban cantidad <strong>de</strong> paquetes <strong>de</strong> papel, cajas <strong>de</strong><br />

cartón, cascos y escopetas <strong>de</strong> los antidisturbios.<br />

Pero ¡¡Ahh horror!!, también había una especie <strong>de</strong> mesa <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra<br />

a<strong>la</strong>rgada cuyos <strong>la</strong>terales estaban provistos <strong>de</strong> unas gruesas correas dotadas <strong>de</strong><br />

fuertes hebil<strong>la</strong>s; sólo con ver tal horrendo dispositivo, aunque fuese por<br />

primera vez como era mi caso, se podía saber para qué tétrica función se<br />

usaba... en efecto, era una mesa <strong>de</strong> tortura.<br />

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