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MANUAL DE PRODUCTO - Visita Sevilla

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0.2 / introducción<br />

/ 13<br />

mandar reportes de lo que aquí ocurría a sus<br />

lugares de origen. El ambiente cosmopolita<br />

de <strong>Sevilla</strong> estaba fuera de toda duda. Lo que<br />

llegaba, se hacía, se pensaba, se vendía, etc.,<br />

en la capital hispalense, interesaba a toda<br />

Europa, y por supuesto a sus élites culturales.<br />

Por añadidura, el Siglo de Oro español<br />

coincide con esa época de esplendor de una<br />

ciudad que era la más importante de España<br />

y casi podríamos aventurar que de Europa.<br />

Literatos de indiscutible calidad como Tirso<br />

de Molina o Miguel de Cervantes, tomaron las<br />

calles y rincones de <strong>Sevilla</strong> para desarrollar<br />

argumentos que se difundieron posteriormente<br />

por todo el continente y el mundo entero. Si<br />

bien la corte se encontraba establecida en<br />

Madrid, y del Escorial en tiempos de Felipe<br />

II se irradiaban las directrices para el Imperio,<br />

era desde <strong>Sevilla</strong> desde donde partían para<br />

el Nuevo Mundo las órdenes manuscritas a<br />

los virreyes, y era a <strong>Sevilla</strong> donde regresaban<br />

los galeones cargados de metales preciosos<br />

y de todas esas maravillas que a los europeos<br />

tanto fascinaban.<br />

En esta ciudad increíble, con substrato<br />

histórico-cultural de miles de años (romanos,<br />

visigodos, árabes) convertida en el ombligo<br />

del Mundo Moderno se produjo una gran<br />

cantidad de enriquecedoras mezclas entre los<br />

habitantes de la península Ibérica, el norte de<br />

Europa, el Mediterráneo, así como con los de<br />

más allá del Atlántico, el Indico y el Pacífico, que<br />

no encontraron parangón en su época. Como<br />

consecuencia de todas esas influencias se<br />

creó una cultura muy peculiar con una serie de<br />

tipos humanos que con el tiempo terminarían<br />

siendo mitos del acervo cultural universal.<br />

Don Juan es el más emblemático, pero los<br />

pícaros, los gitanos o las cigarreras con el<br />

paso del tiempo se convirtieron en personajes<br />

que fueron tomados por la literatura española<br />

y europea y que proporcionaron una infinita<br />

fuente de inspiración para las generaciones<br />

posteriores.<br />

Es importante abundar en la dualidad de <strong>Sevilla</strong><br />

desde un punto de vista geopolítico. Esta<br />

ciudad en el siglo XV pasa de ser una ciudad<br />

del extremo del continente europeo a ser el<br />

centro comercial del más vasto imperio hasta<br />

entonces conocido. Esta dualidad de lugar<br />

excéntrico respecto a los centros europeos,<br />

y central al tiempo por ser el cuello de botella<br />

para llegar a gran parte del Nuevo Mundo<br />

proporcionó no poco de ese atractivo literario.<br />

En tanto que lugar lejano de, pongamos por<br />

caso, París, Londres o Ámsterdam, <strong>Sevilla</strong><br />

se prestaba a situar tramas que en cualquier<br />

otro emplazamiento serían impensables o<br />

prohibidas por el poder. Por otro lado, el<br />

nombre de <strong>Sevilla</strong> sonaba tanto que era muy<br />

fácil recrear un argumento en esta ciudad,<br />

ya que todo el mundo conocía en que parte<br />

de Europa se encontraba y tenía algún tipo<br />

de información de los habitantes y sucesos<br />

que allí se desarrollaban. Como se dice más<br />

arriba, las colonias de expatriados que tienen<br />

como función las relaciones con la Casa de<br />

Contrataciones para comerciar con América<br />

fueron una constante fuente de información<br />

de primera mano para el resto del mundo,<br />

pero además, ellos mismos con su presencia<br />

formaron parte y variaron el panorama de un<br />

lugar que, aún encontrándose en el extremo<br />

oeste Europa, estaba más cerca de la misma<br />

que ninguna otra ciudad de España.<br />

En el imaginario europeo del siglo XVI y XVII<br />

<strong>Sevilla</strong> estaba perfectamente instalada. La<br />

decadencia manifiesta en los subsiguientes<br />

siglos no fue un obstáculo para que aquellos<br />

que tanto habían oído de esta ciudad se<br />

acercaran a ella en persona, o por medio<br />

de sus ensoñaciones literarias. Más bien<br />

la decadencia acentúo el atractivo por una<br />

ciudad que lo fue todo y en pocos años se tuvo<br />

que conformar con poco más que su pasado.<br />

<strong>Sevilla</strong> era una especie de rica ruina que en<br />

el siglo XIX, de manos de los románticos,<br />

tanto se apreció. La muralla agujereada por<br />

los contrabandistas, como se cita en Carmen,<br />

era una perfecta imagen de la decadente<br />

sociedad <strong>Sevilla</strong>na que tanto juego dio a ese<br />

movimiento cultural decimonónico. <strong>Sevilla</strong><br />

reunía un buen puñado de características<br />

muy queridas por los románticos, que desde

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