MANUAL DE PRODUCTO - Visita Sevilla

0.3 / análisis interno
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Indolencia fin de siglo (1889-1898):
Desde principios de los noventa se ha
consolidado el proceso de fosilización
de la ópera en Sevilla. Se convierte en
una rutina más dentro de los actos de la
ciudad. La temporada de primavera se va
progresivamente menguando hacia finales
de siglo. El espectáculo decae a favor del
exhibicionismo de una clase social que
muestra su riqueza y su poder sin ningún
pudor.
La decadencia es absoluta y a pesar del lujo
de las gradas, la escena empeora sin reparar
ni en decorados, ni en vestuarios, ni en
maquillajes. Los estrenos de obras acabaron
por dejar de motivar al público, en parte por
la falta de calidad de los que representaban.
A su vez, los precios eran desorbitados para
gran parte de la población, cuatro duros era
el precio de un palco, que equivalía al salario
semanal de un albañil.
Siglo XX: Decadencia y
resurrección
Primer tercio del Siglo XX:
El nuevo siglo trajo el cambio de algunos
hábitos y nuevas tecnologías que mermaron
cada vez más la influencia de la ópera en la
sociedad sevillana.
Los Teatros de zarzuela ya venían haciendo
que se redujera la taquilla de la ópera desde el
siglo XIX, pero en el nuevo siglo se unieron los
cafés cantante y los espectáculos de géneros
de variedades y cabaret, que incrementaron
el daño a los teatros de la ópera. Es por lo
demás un invento nacido en las postrimerías
del siglo XIX el que terminó de ensombrecer el
panorama lírico. Nos referimos, por supuesto,
al cinematógrafo. La asistencia a las funciones
de cine se extendió con facilidad entre la
población, arraigando con fuerza.
La exposición de 1929, además de sembrar
de pabellones el parque de María Luisa y
sus aledaños, trajo consigo la construcción
y apertura del teatro Lope de Vega. Por
desgracia, una obra tan magnifica y tan
costosa permaneció cerrada después del 29
durante más de una década.
Resurgimiento del género: los amigos del
régimen
En el corto espacio en el que la República
pervivió en España, los espectáculos de
ópera no tuvieron mayor interés, habida
cuenta de la fama elitista adquirida con el
tiempo. Sin embargo, fruto de las amistades
del régimen franquista -la Alemania nazi y la
Italia fascista-, durante la Guerra Civil y los
años cuarenta, la ópera volvió a iluminarse.
Las compañías italianas y alemanas, a veces
con el concurso de portugueses y algún
elemento japonés, hicieron subir el nivel
operístico en la ciudad del Guadalquivir. A ello
se debió unir el carácter que los nuevos aires
de la dictadura franquista imprimieron a estas
representaciones con un sentido “tradicional”
y exclusivista. El Conde Ciano, yerno de
Mussolini y ministro de asuntos exteriores
italiano, y el General Franco pudieron asistir
a estas brillantes funciones teatrales en las
que, según Moreno Mengibar “La burguesía
demostraba su poderío en medio de la España
del Hambre”.
En 1941 reabre las puertas el Lope de Vega,
sirviendo para los fines de teatro de la ópera.
Otra suerte corrió el San Fernando. Durante
la República se había labrado un cierto
nombre por haber acogido representaciones
populares. Así pues el cine, la zarzuela, la
revista y el folklore llenaron la escena del
que en tiempos fuera el templo operístico de
Sevilla.