MANUAL DE PRODUCTO - Visita Sevilla

0.3 / análisis interno
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3.3 /
La Ópera en Sevilla
La historia de la ópera en Sevilla es mucho
menos brillante que el mito que se generó en
torno suyo. Tiene períodos de efervescencia,
por supuesto, pero también existen épocas
anodinas, incluso de prohibición. Lo que es
evidente es que el recorrido de la ópera en
Sevilla tiene mucho que ver con su devenir
histórico de la ciudad como vamos a
comprobar.
Para el desarrollo de este punto vamos
seguir el magnífico análisis realizado por el
historiador Andrés Moreno Mengíbar a lo
largo de su bibliografía.
Los primeros Teatros
Aunque las primeras representaciones que se
encuentran documentadas tuvieron lugar en
el Patio de la Montería de Alcázar en torno a
1730, el primer teatro de la ópera de Sevilla
abrió sus puertas el 22 de enero 1761. El
cronista Germán y Ribón indica que se sitúa
“en un solar de la calle del Carpio que da vistas
al convento de las monjas dominicas de Santa
María de Gracia”. La casa de la Ópera de
Sevilla se ubicaba en la actual calle de Santa
María de Gracia y era un modesto local de
madera de pequeño aforo. Su estructura era
más asimilable a la de los antiguos corrales
de comedias que a los teatros modernos;
todo lo cuál no desmerece para que en estos
años Sevilla acoja el repertorio más novedoso
de Europa. Hasta 1767 lo regentó Antonio
Ribaltó, empresario de una compañía italiana
de ballet y ópera. El momento más álgido de
la temporada era siempre el carnaval.
Las funciones no eran puramente una ópera,
sino que para amenizar la velada se incluían
arias sueltas de óperas famosas, tonadillas en
los entreactos, bailes al final de la ópera, música
puramente instrumental y hasta ejercicios
gimnásticos y de adiestramiento de animales.
Hubo, aún así, voces discordantes que se
manifestaron por medio de un anónimo
llamado “Discurso sobre la diversidad del
Teatro, en orden al fuero de la conciencia”
de 1766. Para tal anónimo la consecuencia
inevitable de permitir las funciones operísticas
era la perversión de los valores cristianos y la
entrada del libertinaje en los comportamientos
de la gente.
A pesar de las invectivas de algunos sectores,
se erigió un nuevo teatro provisional de ladrillo
y madera en la calle San Eloy, hoy Hotel
Colón, a iniciativa de Olavide, mientras se
construía el que el estadista planeaba como
definitivo en una esquina de la Plaza del
Duque. También se inició la fundación de una
escuela-seminario de actores en la parroquia
de Santa Cruz.
El público respondió rápida y favorablemente
a las iniciativas de Olavide, sin embargo, los
grupos dominantes de la ciudad fueron los
que más encarnizadamente se opusieron a las
novedades teatrales del arrogante forastero
venido de América.
La primera compañía de operistas que actuó
en Sevilla abandonó la ciudad a finales de
1767. José Chacón fue desde ese momento
el único rector de los espectáculos del teatro
San Eloy.
A partir de 1777 las funciones de Chacón
comienzan a perder calidad, debido a
gastos de reforma en el edificio. Como
consecuencia, las clases acomodadas le
dieron la espalda. Además, se organizó una
campaña contra estos espectáculos teatrales
cuyo mayor cabecilla fue Fray Diego de Cádiz.
Coincidiendo con que Olavide tuvo que partir
a Madrid procesado por la inquisición, el 30
de marzo de 1779 una Real Orden decretó
el cierre del teatro. La ópera desapareció de