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UNIVERSIDAD DE CUENCA
Este símbolo del pensamiento sistematizado indígena, propio, originario de estas
latitudes, explica que la existencia solo es posible por el “cruce” de dos cosmos
paralelos y combinados, al ser lo primero la dualidad, ya sea hombre-mujer, díanoche
o fuerte-débil; ésta dualidad sólo puede dar origen a cosas pares. De allí
resultan los cuatro elementos, los cuatro vientos, los cuatro fundamentos del
universo: tiempo, espacio, movimiento y ser; y por supuesto la Cruz del Sur.
Esta forma particular de entender la realidad, a través de la presencia de un polo
opuesto implica necesariamente la presencia de otro, opuestos que resultan ser
complementarios, y no contradictorios conformando un ente integral.
La ciencia andina no busca una razón de las cosas o representación de algo como
un principio, más bien se fundamenta en la realidad vivida, y en las cosas
practicadas a través del conocimiento originado desde la cotidianidad de las
relaciones entre hombre/mujer-naturaleza; y a eso es a lo que se refiere.
La dualidad: Estos procesos de la naturaleza, son concebidos en el mundo
amerindio a través de una ideología de complementación sexual representados en
esferas interdependientes.
El pueblo andino se manifiesta a través de una increíble diversidad y
heterogeneidad, que no implica en lo absoluto exclusión, por el contrario esta
relación equitativa genera una armonía en la que hombre y mujer cumplen papeles
determinados y a la vez complementarios.
La relación con el trabajo de la tierra, y la agricultura: La cultura Cañari
mantiene una relación mística con la tierra, en la cual la pacha es considerada
como la madre reproductora, el elemento femenino, de modo que no somos los
humanos los dueños de la tierra, sino es ella la que nos posee; los indígenas son
59 Sofía Valenzuela
David Barzallo