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UNIVERSIDAD DE CUENCA
“Uno de guambra mas si ayuda todo, si hace las cosas si hombres y
mujeres, en la cocina en todo. Ya después es pero que mujer va haciendo
sus cosas y el varón sus cosas” (HM, EP)
De igual forma las compañeras mujeres asumen esta carga aparentemente injusta
de roles con un sentimiento de aceptación (acaso resignación) y nos cuentan que
así fueron sus mamás, y las madres de sus mamás y así en una línea genealógica
difusa e infinita.
“…así yo me acuerdo de mamita, ella pegaba, marido también pegaba, y
después tenía que darle de comer (…) marido mio también si pegaba, poco,
pero antes si, antes de mas guambra borracho, pegaba” (MM; HV)
Es precisamente el tema de la violencia de género (una categoría universal
aunque de orígenes europeos, como casi toda la teoría de género) uno de los que
más preocupaba nuestro análisis. Según algunos indicadores consultados
(ENDEMAIN: 2004; INEC: 2001) el 41% de las mujeres casadas han sido
agredidas psicológicamente; el 31% golpeadas físicamente, el 12% objeto de
violencia sexual y el 37% han vivido situaciones de violencia toda su vida.
Estos indicadores de carácter nacional, desagregados georeferencialmente no
mostraban una diferencia demasiado considerable entre el campo y la ciudad,
aunque existe. Los motivos varían desde el poco acceso a la educación, la falta de
oportunidades, la incidencia del alcohol, etc.
“Aquí uno vive lejos, que va a contar si le pegan si le maltratan, ¿a dónde
pues?” (MA, ES)
Es evidente que el mundo indígena no ha podido excluir de su vida familia ciertas
taras heredadas del colonialismo y del mestizaje. El alcoholismo por ejemplo, tiene
una incidencia fuerte en la vida campesina. No es un secreto que la presencia del
98 Sofía Valenzuela
David Barzallo