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El racismo visibleLa creciente presencia de vecinos y vecinas inmigrantes está transformando los espaciospúblicos de nuestras ciudades. La coincidencia en el parque, la parada del autobús o lapuerta del colegio, constituye una experiencia cotidiana para una gran mayoría de laciudadanía. Además, se han conformado algunos espacios más o menos etnificados. Talcomo nos recuerda Francisco Torres, el espacio público constituye uno de los espaciosprincipales de socialización en la diferencia y de relación con extraños. En un artículosobre un estudio realizado en dos espacios públicos de Valencia (jardín del Turia ypaseo marítimo), Torres nos recuerda que las concentraciones étnicas expresan ycomportan graves problemas, particularmente cuando se trata de segregaciones. Lasituación de El Ejido nos muestra otra situación donde se combina la exclusión de lapoblación marroquí de unos espacios y su concentración en otros. Por lo tanto, losfenómenos de concentración pueden comportar muy distintas consecuencias socialesque dependerán del tipo de contexto social, más o menos inclusivo, en que se da elfenómeno de concentración y si este espacio es el único significativo para los miembrosdel grupo o, junto a él, hay otros ámbitos de sociabilidad común. El carácter voluntarioo impuesto de la distancia segregacionista también tiene consecuencias. Lo mismopodemos afirmar respecto a aspectos como la existencia o no de “fronteras” establecidasque definan ese espacio, el marcaje étnico que tiene y el grado de estigmatización quepadece.Tal como señal muy gráficamente Mikel Aranburu (Usos y significados delespacio público), si hay cuatro pakistaníes charlando en la calle no faltará quien digaque forman un ghetto. Y eso es así porque las agrupaciones de inmigrantes en losespacios públicos tienen un déficit de legitimación social. Las protestas traspasan lossuburbios de Estocolmo y llegan a otras ciudades:A veces, da la sensación de que la visión que hay sobre la inmigración en elespacio público es como la del perro del hortelano, que ni come ni deja comer.La clase media e incluso amplias franjas de la clase trabajadora, que en granparte se han retirado del espacio público, no es que compitan con losinmigrantes por el uso de plazas y calles, sino que simplemente les asusta,inquieta o da miedo su presencia colectiva en público. Mientras la inmigraciónsiga siendo una categoría social inquietante y estigmatizada es lógico que suconcentración nos continúe produciendo inquietud. Y eso es algo que no seresolverá únicamente en el espacio público urbano, sino también en la esferapública de la política y de los medios de comunicación.Todas estas reflexiones han sido de actualidad en su aspecto más negativo elpasado año 2013. En mayo, una oleada de protestas sacudía los barrios periféricos deEstocolmo con incendios de coches, restaurantes, escuelas, comisarías y mobiliariourbano generando un intenso debate en Suecia sobre la creciente desigualdad social yeconómica y la marginación en los suburbios de las grandes ciudades. Los bomberosinformaron de más de 70 incendios que se sucedieron durante varios días, concentradosen los vecindarios más pobres de estas ciudades, donde vive la mayor parte de lapoblación inmigrante.76

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