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La Biblia De Las Brujas 2 El Camino De Las Brujas

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252 E l C a m in o d e l a s B r u ja s<br />

tas más que como líderes activos. <strong>La</strong> única excepción podría ser en los<br />

sabbats festivos, que constituyen más ocasiones de celebración que de<br />

trabajo. Por ejemplo, una suma sacerdotisa embarazada resulta ideal<br />

para representar a la madre en el sabbat de Imbolg (véase Los ocho<br />

sabbats de la brujería, Capítulo IV). Todo hombre y toda mujer son una<br />

estrella’, y toda mujer, como todo hombre, es única; por lo que muy bien<br />

puede haber mujeres brujas que posean una cualidad especial de poder<br />

que, misteriosamente, las capacite para continuar como sumas<br />

sacerdotisas en activo durante parte o todo su embarazo. Pero cualquier<br />

mujer que se sienta capaz debe ser sincera consigo misma y estar segura<br />

de que no está meramente racionalizando un deseo de mantener las<br />

riendas en sus propias manos.<br />

<strong>La</strong> expulsión de un miembro del conventículo debe ser una necesidad<br />

muy rara y, afortunadamente, en muchos conventículos esto nunca llega<br />

a surgir. Pero hay momentos en los que resulta la única salida. Si un<br />

miembro ha traicionado a sabiendas la confianza del conventículo, ha<br />

mentido a sus líderes, ha llevado a cabo actividades ocultas que sabe que<br />

son incompatibles con la confianza que el grupo ha depositado en él o<br />

ella, ha roto flagrantemente una ley fundamental de la ética wiccaniana<br />

o está provocando una continua disensión dentro del conventículo, entonces<br />

hay que pasar a la acción.<br />

Los meros desacuerdos no son razón suficiente para la expulsión.<br />

<strong>La</strong>s opiniones argumentadas y expresadas con sinceridad deben ser discutidas;<br />

es incluso posible que el conventículo y sus líderes aprendan de<br />

ellas, o que quien las formula quede persuadido de su error. Pero lo que<br />

no es aceptable es el sabotaje solapado o el cabildeo taimado.<br />

A menos que la ofensa sea obviamente tan importante que se imponga<br />

la inmediata expulsión, el primer paso debe ser el careo con el culpable,<br />

primero con la suma sacerdotisa y el sumo sacerdote y después, si es<br />

necesario, con todos los miembros del Consejo. Si el culpable comprende<br />

y acepta con sinceridad la situación, y el asunto puede resolverse en esta<br />

fase, mejor que mejor. Una posibilidad a tener en cuenta es decirle, a él<br />

o a ella, que durante un tiempo, por ejemplo un mes, se mantenga alejado<br />

de los círculos del conventículo para que reflexione y vuelva a analizar<br />

su acción, o para que estudie en privado cómo corregir la falta. A<br />

menudo este método hace maravillas.<br />

Pero si el culpable se obstina y no se arrepiente y la expulsión se<br />

convierte en la única respuesta, entonces ha de hacerse formal y adecuadamente<br />

y el culpable debe conocer sus derechos. Según la fórmula

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