Agresiones sexuales
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6. RESULTADOS<br />
una agresión física y compartiendo alguna experiencia de agresión verbal por parte de un<br />
hombre homosexual y el acoso sexual de una mujer.<br />
Algunos reivindican su capacidad para comprender a ambos protagonistas de las agresiones<br />
<strong>sexuales</strong>, tanto a la mujer agredida como al agresor, ambos víctimas de los roles que<br />
la sociedad patriarcal les impone. Estas reflexiones dan lugar a un debate sobre la diferencia<br />
entre comprender la conducta de los agresores y justificarla. Parecería, a primera vista,<br />
que desaparecen la voluntad y responsabilidad del individuo y sólo quedan los condicionantes<br />
externos que le «empujan» a actuar violentamente. Ante ello, varios participantes<br />
afirman que si vivieran en otras circunstancias, por ejemplo una guerra, les sería más difícil<br />
resistirse a la presión para ser violentos.<br />
Expresan una certeza casi unánime en que los hombres que no agreden pagan un alto coste<br />
por resistirse a ejercer violencia. Interrogados sobre los mensajes y mecanismos que les<br />
motivan a cometer una agresión sexual, responden que son aquéllos que ensalzan la fuerza<br />
de los hombres, el prestigio que les da el presumir de numerosas relaciones <strong>sexuales</strong>,<br />
la agresividad sexual presentada como atractivo masculino por parte de los medios de comunicación<br />
visuales, el rechazo del entorno (a través de burlas y comentarios descalificadores)<br />
si no cumplen el prototipo masculino… En resumen, un mensaje fuerte repetido en<br />
todos los ámbitos de su vida: «Ser hombre es NO ser mujer, es lo contrario, “más que una”<br />
y jamás “parecido a una”» (G. hombres 3).<br />
Algunos confiesan que se sienten presionados a ejercer la violencia cuando presencian<br />
una agresión sexual, como única manera de frenarla, ya que los hombres violentos esperan<br />
la complicidad de todos sus congéneres. Sienten que si no responden de esa manera,<br />
ellos mismos pueden acabar siendo agredidos. Manifiestan su irritación por tener que estar<br />
esquivando constantemente el ejercicio de la violencia, ante la carencia de mecanismos<br />
sociales que les evite tener que llegar a esos extremos. «El recurso institucional no<br />
está preparado para ese momento y lo tienes que hacer tú, y a lo mejor sales más rajado»<br />
(G. hombres 3).<br />
Este miedo a responder mediante el recurso de la violencia, del cual tratan de escapar, lo<br />
presentan como ejemplo de las dificultades que encuentran para escapar del ejercicio de<br />
la violencia siendo hombres. Uno de ellos comenta un caso de agresión verbal que ejerce<br />
un «tío normal de la calle» en una situación «absolutamente normal»:<br />
Una mujer de cincuenta y muchos años va tranquilamente paseando por El Arenal bilbaíno<br />
comiéndose un helado y un hombre se la acerca y le dice «Qué bien lo chupas, ¿me das tu<br />
teléfono?». ¡Es una agresión brutal aún siendo verbal! Este caso duele porque eres consciente<br />
de todo el sistema de opresión y la intención que tiene detrás. Si yo hubiese sido la mujer probablemente<br />
hubiese reaccionado con muy mala hostia y le hubiera dicho al tío una barbaridad<br />
(G. hombres 3).<br />
En resumen, los sentimientos y reacciones que generan las agresiones <strong>sexuales</strong> en este grupo<br />
son mucho más diversos y complejos que en el caso de los otros dos grupos de hombres.<br />
En éste, la provocación femenina no aparece como causa de las agresiones aunque<br />
sí, como veremos en el siguiente apartado, reconocen a las mujeres como «agentes activas