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Agresiones sexuales

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5.1. LA CLAVE NO ESTÁ EN LA SEXUALIDAD, ESTÁ EN EL PODER<br />

Dijo un importante filósofo marxista en 1975: «Ser heterodoxo no es violar un dogma al fin<br />

y al cabo, violar un dogma es como violar a una doncella: hay quejas, pero hay placer» 5 ,<br />

resumiendo en su aparentemente ingeniosa cita una idea predominante en aquel momento,<br />

y con mucha fuerza todavía en la actualidad, que ha configurado el imaginario cultural sobre<br />

la violación.<br />

La imagen equipara la violación a un acto sexual al que hay que imprimir un poco de fuerza<br />

(que no de violencia) porque toda doncella que se precie tiene que defender su honor<br />

y, por tanto, debe resistirse un poco (una medida que ella debe aprender para darle la suficiente<br />

emoción al hecho) para demostrar que es capaz de conservar su virtud pero también<br />

de sucumbir al deseo masculino. De vez en cuando, un individuo trastornado rompe<br />

este modelo para usar la violencia (que no la fuerza) y son esos casos los que se pueden<br />

considerar delito.<br />

Dice Vigarello (1998) en su historia sobre la violación que lo que ésta muestra es el surgimiento<br />

de la imagen de un sujeto y su intimidad, es decir, la manera en la que una sociedad<br />

va interpretando, reconociendo y legitimando la autonomía femenina como un derecho<br />

inalienable. Porque solamente un sujeto reconocido en sus derechos puede tener voluntad y,<br />

por tanto, capacidad de consentimiento. La historia de la violación es, por tanto, la historia<br />

de la construcción social de la capacidad femenina para decidir sobre su sexualidad.<br />

En las últimas cuatro décadas hemos visto cómo se enfrentan distintas maneras de definir al<br />

sujeto mujer así como las distintas interpretaciones que se hacen de la violencia que se ejerce<br />

en su contra. Una violencia estructural y simbólica además de la de índole interpersonal.<br />

Una interpretación es la que considera la violación como un acto sexual. Éste puede ser<br />

descontrolado, violento, producto de una o de unas mentes ofuscadas, de un deseo incontenible<br />

o de un abuso de alcohol, pero sigue siendo enmarcado dentro de los actos <strong>sexuales</strong>,<br />

en algunos casos definidos como «perversiones». Paralelamente, aunque en ocasiones<br />

las interpretaciones confluyen, está la interpretación de la conducta de las mujeres como<br />

una provocación al «instinto» sexual descontrolado de los hombres. Pero yendo más lejos,<br />

no sólo su conducta sexual puede «provocar» sino también todos aquellos comportamientos<br />

que transgreden la asignación tradicional de las mujeres al ámbito privado o algunos<br />

5 Ludovico Silva. Anti-manual para uso de marxistas, marxólogos y marxianos. Editado en 1975 y reeditado en 2009 en<br />

la colección Biblioteca Básica de autores venezolanos.<br />

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