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Agresiones sexuales

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6. RESULTADOS<br />

ninguna pensamos que nuestros hijos puedan ser agresores, es muy fuerte pensar eso»<br />

(G. madres y padres).<br />

A pesar de que se niegan a admitir que sus hijos pueden ser agresores, algunas madres y<br />

padres reconocen que la raíz del problema de las agresiones <strong>sexuales</strong> reside en la legitimidad<br />

social que tienen los agresores, hombres que se sienten legitimados a ejercer violencia<br />

amparados por una sociedad machista.<br />

«El sujeto agresor colectivo» es lo que le da cancha a los agresores individuales para sentirse<br />

con derecho a agredir, pues se sienten amparados por esa legitimidad colectiva (G. padres y<br />

madres).<br />

Es hora de dejar a un lado la doble moral y pensar qué sucede cuando nuestros maridos miran<br />

al pasar a alguna chica joven e incluso le dicen algo, y nos callamos (G. madres).<br />

Así como no pueden ni pensar en que sus hijos estén implicados en agresiones <strong>sexuales</strong>,<br />

sí se ven a sí mismas/os reaccionando violentamente contra quien se atreviera a agredir<br />

sexualmente a sus hijas. Sentimientos de ira y rabia son los principales protagonistas de su<br />

hipotética respuesta: «Yo, si puedo, lo mato», «Seguramente se adelantaría el padre y lo<br />

mataría él», «Si lo veo, lo mato», «Sentiría un odio a muerte, sacaría lo peor que llevo dentro»<br />

(G. madres y padres).<br />

A pesar de saber que debieran actuar con tranquilidad, todas y todos dudan de que pudieran<br />

hacerlo. Saben que debieran tranquilizar a su hija e ir al hospital, pero admiten que<br />

la ira y el odio no les permitirían actuar calmadamente. Algunas opiniones aisladas señalan<br />

la importancia de intentar que «funcione el sistema» y reaccionar de la manera más<br />

tranquila posible pues, al fin y al cabo, «hay que vivir con ello». Sin embargo, la mayoría<br />

duda de la eficacia de la justicia como mecanismo de resolución de esta problemática.<br />

La justicia funciona muy mal, pues en cuatro días el agresor está en la calle (…) En el juicio se<br />

hacen preguntas indiscretas, se sugiere que lo ha provocado, se vuelve a recordar todo aquello…<br />

(G. madres).<br />

Los jueces justifican la violación porque la víctima llevaba minifalda y disculpan así al agresor<br />

(G. madres).<br />

En conclusión, los padres y las madres de jóvenes y adolescentes tienden a percibir las<br />

agresiones <strong>sexuales</strong> que pudieran sufrir sus hijas, o ejercer sus hijos, como un problema demasiado<br />

perturbador, hasta el punto que les impide pensar y reaccionar ante él de otra forma<br />

que no sea manifestando una intensa respuesta emocional de miedo y rabia.<br />

La agresión sexual es percibida por las madres y padres como un «monstruo» demasiado<br />

grande, del que «es mejor no saber nada o no pensar en él» para no sufrir. Sin embargo,<br />

a pesar de ese deseo de no ver, sí actúan: transmitiendo el miedo a sus hijas y olvidándose<br />

de educar en este terreno a sus hijos.

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