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juvenil- ghostgirl- tonya hurley

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Tonya Hurley Ghostgirl<br />

Lo único que alcanzaban a ver en el baño era la cortina de ducha, que aparecía<br />

corrida delante de la bañera de porcelana con patas. A estas alturas, la imaginación<br />

les había desbordado por completo y estaban obsesionados pensando qué se<br />

agazapaba tras la cortina. Prue empezaba a estar algo preocupada, porque ya<br />

deberían de haber salido despavoridos, y lo cierto era que los chicos no tenían un<br />

plan alternativo. No contaba con la avaricia desmedida ni de Wacksel ni de la pareja.<br />

Con una señal, avisó a Mike, Jerry y Bud, que tenían asignado el show del baño, de<br />

que empezaran con lo suyo.<br />

Wacksel se acercó despacio, con tiento, como caminando sobre cascaras de huevo,<br />

la respiración contenida, agarró la cortina y la abrió de un tirón. No había nada. La<br />

pareja se aproximó con cautela, temblando, para echar un vistazo. De pronto, un<br />

líquido marrón asqueroso salió expulsado del sumidero de la bañera, empapando a<br />

la pareja de cieno hediondo de pies a cabeza.<br />

Tras empalmar sus «cañerías» a la fontanería, Mike, Jerry y Bud habían procedido<br />

a bombear sus aguas residuales tuberías arriba hasta el baño, creando así un nefasto<br />

hedor.<br />

La señorita Wacksel se llevó a los Martin a la cocina en volandas para que<br />

pudieran limpiarse, temiéndose que el incidente iba a dar al traste definitivamente<br />

con la venta.<br />

—¿No decías que querías algo para reformar? —dijo el señor Martin, esforzándose<br />

por sonar optimista y que su mujer no se tomara demasiado a pecho tener la cara, el<br />

pelo y la ropa cubiertos de porquería.<br />

Wacksel respiró larga y hondamente, agradecida por el socorrido comentario del<br />

marido. Mientras se adecentaban, la pareja no pudo evitar admirar la ebanistería<br />

artesanal. El marido abrió uno de los armarios, y una nube cegadora de bichos<br />

irritados emergió del interior e invadió la cocina. Rotting Rita estaba escupiendo<br />

alimañas de cada uno de sus orificios, incluidos sus lechosos ojos velados.<br />

En un abrir y cerrar de ojos, la señorita Wacksel echó mano a su bolso de cuero<br />

sintético y extrajo de su interior un bote de insecticida tamaño viaje.<br />

—Parecen termitas —dijo la señora Martin completamente asqueada mientras<br />

daba palmetazos a las diminutas criaturas que revoloteaban a su alrededor.<br />

—Las apariencias engañan —dijo Wacksel matando bichos a diestro y siniestro<br />

con su aerosol.<br />

* * * *<br />

Todo eran apariencias, en cambio, en casa de Petula, donde Charlotte-convertidaen-Scarlet<br />

disfrutaba de la sesión de manicura y pedicura entre las demás chicas, que<br />

~133~

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