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Tonya Hurley Ghostgirl<br />
Sintió cómo una oleada de depresión post mórtem la invadía de nuevo. ¿A quién<br />
le importaba nada ya? Desechó toda precaución y aceptó cada cucharón de comida<br />
que le ofrecían las camareras. La única razón para mejorar, hacer dieta, practicar<br />
ejercicio, bla, bla y demás, era Damen, y éste era ya, literalmente, una causa perdida.<br />
Después de todo, ¿de qué le servía un cuerpo diez a una chica muerta?<br />
—No es que nada importe ya, Charlotte. Lo que pasa es que ahora tienes otras<br />
prioridades. Una meta distinta —le explicó telepáticamente Pam, que se encontraba<br />
bastante adelantada en la cola.<br />
—¿Como cuál? —preguntó Charlotte en voz alta, perdiendo los estribos y<br />
girándose por completo para localizar a su amiga.<br />
Charlotte empezó a pensar que deseaba poner fin a todo aquello, especialmente al<br />
rollo ese de que le leyeran la mente. Era una intrusión en toda regla. Primero Prue,<br />
luego Brain y ahora Pam. Trató desesperadamente de no pensar en ello, porque no<br />
quería ofender a Pam y porque el buen juicio con que Pam abordaba la situación era<br />
de agradecer. Pero cuantas más vueltas le daba, más le costaba evitar pensar que<br />
odiaba a Pam y a todos los demás por entrometerse de aquel modo en sus<br />
pensamientos privados. Percibiendo el malestar de Charlotte, Pam la invitó a<br />
acercarse con un gesto de la mano y calmó las aguas.<br />
—Oye, es tu primer almuerzo como chica muerta así que ¡invito yo! —bromeó,<br />
frenando el paralizante y obsesivo torbellino de pensamientos que rondaba la mente<br />
de Charlotte a la vez que la conducía hasta una mesa situada en un rincón. Pam se<br />
sentó, pero Charlotte vaciló.<br />
—¿Está ocupado? —preguntó Charlotte refiriéndose al sitio que quedaba libre<br />
junto a Pam.<br />
—Sí —dijo Pam con una sonrisa—. Por ti.<br />
El hecho es que Charlotte no estaba acostumbrada a respuestas tan cordiales. Con<br />
frecuencia se sentía a falta de un lugar donde sentarse, y se quedaba plantada de pie<br />
durante un lapso de tiempo penoso, bandeja en mano, buscando sitio. Pam percibió<br />
la desazón con que Charlotte intentaba asimilar y aceptar cuanto estaba ocurriendo.<br />
Decidió que lo mejor que podía hacer era ser su amiga.<br />
—No te angusties. Ya verás como acabas encajando —dijo Pam mientras Charlotte<br />
rodeaba la mesa.<br />
—La última vez que lo intenté acabé muerta —contestó.<br />
Ambas asintieron conformes y al levantar la mirada de su conversación se<br />
percataron de la presencia de una chica que estaba sentada sola en la mesa de al lado,<br />
toda encorvada, y que se subió las mangas de su jersey de cuello alto para<br />
inspeccionar los cortes que exhibía en muñecas y antebrazos.<br />
—¿Y ésa? —preguntó Charlotte con sorna—. ¿Se murió de tanto rascarse o qué?<br />
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