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juvenil- ghostgirl- tonya hurley

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Tonya Hurley Ghostgirl<br />

—Pues claro que suena bien; lo he dicho yo.<br />

Petula pisó el acelerador y salió quemando rueda, con la puerta del acompañante<br />

todavía abierta.<br />

—¡Ta luego, capullo! —le gritó Wendy Thomas al profesor por la ventanilla.<br />

—Wendy, también es nuestro profesor de español… ¡En español, por favor!—dijo<br />

Wendy Anderson con sorna.<br />

—¡Hasta la vista, señor Capulo! —chilló Wendy Thomas.<br />

El profesor González gritó tras el coche a la fuga, completamente humillado<br />

delante de su colega, pero es que Petula era una experta en humillar a la gente, y a<br />

los profesores en particular.<br />

Al instante, Charlotte hundió la cabeza y corrió con todas sus ganas hacia la<br />

puerta abierta del acompañante, que Petula trataba de alcanzar para cerrarla.<br />

Embistió directamente contra Petula, y quedó mitad dentro y mitad fuera, como en el<br />

incidente de la ducha. La intrusión de Charlotte provocó un inesperado auto reflejo<br />

en Petula, como un ataque matinal de piernas inquietas, que impulsó su pie contra el<br />

pedal del acelerador y el del freno.<br />

El coche daba sacudidas espasmódicas mientras Charoltte se debatía por «robarle<br />

el coche» a Petula. Entonces, de un zarandazo, Charlotte salió despedida de Petula y<br />

atravesó la ventanilla del conductor.<br />

Al hallarse Petula momentáneamente libre de Charlotte, el coche aminoró la<br />

marcha y Petula creyó por un segundo que recuperaba el control. En el asiento<br />

trasero, las Wendys estaban encantadas con Petula y su decisión de largarse sin el<br />

profesor, pero les entusiasmaba menos tanto meneo. Petula siguió como si nada,<br />

adoptando al volante la posición «dos menos diez» que recomendaba el manual de<br />

conducir, y aceleró hacia la salida del aparcamiento.<br />

Charlotte se recompuso también y atravesó el parabrisas para asir las manos de<br />

Petula. Esta dio sendos volantazos a izquierda y a derecha. Las piernas de Charlotte<br />

atravesaron el capó, penetraron en el interior del coche y se embutieron en las<br />

piernas de Petula. Estaba pegada a Petula como un chicle a la suela de un zapato.<br />

El coche volvió a zarandearse fuera de control y el movimiento arrojó a Charlotte<br />

contra el parabrisas, de cara a Petula, que, como ella, tenía los ojos desorbitados de<br />

miedo. Charlotte, que nunca había estado tan cerca de su ídolo, estaba<br />

completamente fascinada, a pesar incluso de lo peligroso de las circunstancias.<br />

—Lo siento, Petula —dijo con total sinceridad.<br />

Petula, ajena a su presencia, apretaba los dientes y miraba hacia el frente, tratando<br />

de no golpearse con nada. Para entonces, las Wendys ya mostraban señales de<br />

evidente nerviosismo a la vez que eran zarandeadas de un extremo a otro del asiento<br />

trasero.<br />

~94~

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