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Tonya Hurley Ghostgirl<br />
Scarlet miró hacia arriba y vio cómo Prue se lanzaba en picado hacia ella.<br />
Paralizada de miedo, se acurrucó y cerró los ojos con fuerza.<br />
—Scarlet —susurró Charlotte, que abandonó el cuerpo de Scarlet con un destello y<br />
se internó en la casa encantada.<br />
De forma simultánea, Scarlet regresó a su cuerpo, que despertó con una sacudida<br />
en el instante en que Damen le plantaba un beso, el beso. A Damen le gustó la<br />
sacudida, que interpretó como resultado de la electricidad entre ambos, y tiró de ella<br />
hacia sí. Confusa y desorientada por completo, Scarlet le devolvió el beso. Por un<br />
segundo, cuitas, temores y preocupaciones se desvanecieron por completo. Cuando<br />
sus labios se separaron, Scarlet apoyó la cabeza en el hombro de él.<br />
—¿Estás bien? —preguntó Damen suavemente, pero Scarlet no contestó.<br />
Se sacudió las telas de araña y comprendió que acababa de recibir el beso al que<br />
Charlotte había renunciado. Y que Charlotte había ocupado su puesto en la casa<br />
encantada.<br />
—Charlotte —dijo, y se adentró corriendo en la atracción.<br />
—¿Quién? —preguntó Damen totalmente confundido, y corrió tras ella.<br />
* * * *<br />
Charlotte se vio atrapada en medio de una pesadilla cuando Prue empezó a tirar la<br />
casa abajo —literalmente—. Los carriles y escenografías quedaron hechos trizas, y los<br />
enclenques tabiques de conglomerado de madera se combaban a la voluntad de Prue.<br />
Mantenía a raya a Pam y los demás chicos muertos, dejando que Charlotte le hiciera<br />
frente ella sola.<br />
—Pelea de gatas —gritó Jerry, regocijado.<br />
—¡Esto está que arrrrrdeeeee! —chilló Metal Mike al más puro estilo de un<br />
comentarista de boxeo mientras Pam, Kim y CoCo los fulminaban con la mirada,<br />
advirtiéndoles de que más les valía cerrar la boca. Charlotte también temía por ellos,<br />
consciente de que el ambiente iba a peor.<br />
—¿Os parece gracioso? —reprendió Prue.<br />
—¡No, señor! —Mike y Jerry tragaron saliva.<br />
—Bueno, pues a ver qué piensan ellos —dijo Prue, señalando a los chicos vivos,<br />
que parecían confundidos por las fuerzas invisibles que hacían estragos a su<br />
alrededor—. ¿Esto es lo que quieres, verdad? —dijo mirando fijamente a Charlotte,<br />
mientras empezaba a atravesar a cada chico muerto, zarandeándolos hacia adelante y<br />
hacia atrás como una titiritera desquiciada. Uno a uno, los chicos muertos se<br />
volvieron visibles en toda su «decrepitud»: ensangrentados, magullados, mutilados y<br />
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