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Tonya Hurley Ghostgirl<br />
chica—. Bueno, nos vamos a dar una vuelta por la oscurísima casa encantada —dijo,<br />
guiñándole un ojo.<br />
—Ya, bueno, luego nos vemos —dijo Damen sin prestarle demasiada atención.<br />
Escudriñó la sala durante unos minutos y de pronto su mirada se cruzó con la de<br />
Charlotte.<br />
Charlotte lanzó un grito apagado al percatarse de que la miraba a ella —¡podía<br />
verla!— y tragó saliva para humedecerse la garganta, que se le había quedado seca y<br />
contraída por los nervios. Le saludó ligeramente con la mano para hacerle saber que<br />
lo había visto.<br />
Damen sonrió y devolvió el saludo.<br />
Max y su chica estaban a punto de entrar en la casa encantada, pero se detuvieron<br />
y miraron también hacia donde estaba Charlotte.<br />
La música ganó intensidad justo como en una de esas viejas películas de<br />
Hollywood en blanco y negro. Charlotte no podía creerse lo que allí estaba<br />
sucediendo.<br />
Al echar a andar, reparó en que los ojos de Damen no se movían con ella. Volvió la<br />
cabeza, y vio a Scarlet, de pie, a su espalda. Era Scarlet a quien él miraba tan<br />
fijamente.<br />
Es más, todas las miradas se posaron en ella cuando entró, como una joven estrella<br />
de los años cuarenta, enfundada en el mismo vestido que Charlotte había<br />
entresacado del vestidor la noche que se conocieron —un vestido vintage de chiffon<br />
azul noche hasta algo más abajo de la rodilla cosido con cristales Swarovski—.<br />
Llevaba los labios pintados de un clásico rojo anaranjado mate y su pelo negro<br />
recogido en un delicado moño.<br />
Damen se quedó boquiabierto cuando Scarlet quedó totalmente a la vista, y lo<br />
mismo le sucedió a Charlotte.<br />
Scarlet se acercó a Damen despacio y se sentó junto a él.<br />
—Pareces… —dijo Damen, que apenas podía articular palabra.<br />
—¿Normal? —preguntó ella, acabando la frase por él.<br />
—De eso nada —dijo él, con una amplia sonrisa.<br />
Charlotte los observó con anhelo. Su soso vestido vintage combinaba a la<br />
perfección con el papel estampado que tenía detrás, tanto era así que apenas se la<br />
distinguía contra el fondo. Miró y se sintió más que nunca como parte integrante de<br />
la decoración.<br />
—Resulta que toda esa historia de «encontrar a alguien en una habitación repleta<br />
de gente» no suena tan tópica cuando le pasa a uno —dijo Damen mientras<br />
acompañaba a Scarlet a tomar asiento—. Entonces, ¿qué? ¿Te apetece… bailar?<br />
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