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Tonya Hurley Ghostgirl<br />
—La fuerza de la costumbre —repuso Charlotte —. ¿Puedes oírme con esos<br />
chismes retumbándote en los oídos?<br />
—Sí—contestó Mike, aunque casi a voz en grito.<br />
Mike contuvo a Charlotte, pero nada podía contener la marea de tristes recuerdos<br />
que de repente había empezado a inundar su mente. Tal vez fuera la alarma de<br />
incendios, recuerdo de una ínfima parte de su vida cotidiana, pero las punzadas de<br />
dolor, al igual que las del miembro fantasma de un amputado, permanecieron.<br />
Piccolo Pam se acercó hasta ella y la presentó formalmente a Mike.<br />
—Éste es Metal Mike. Llevaba el estéreo a demasiado volumen mientras hacía el<br />
examen de conducir —explicó Pam—. Se… distrajo. La cosa no acabó bien.<br />
—Ah, entonces ¿su nombre de muerte le viene de escuchar heavy metal? —<br />
preguntó Charlotte.<br />
—No —la corrigió Pam—, le pusieron ese mote porque escucharla le mató… Y<br />
porque, además, tiene literalmente esquirlas de metal en la cabeza a causa del<br />
accidente —añadió.<br />
—¿Aprobé? —le preguntó Mike a Pam, simulando que punteaba un imaginario<br />
bajo eléctrico de doble mástil.<br />
—No deja de preguntar lo mismo una y otra vez. Se ha quedado estancado en eso,<br />
así que yo le digo que sí —le susurró Piccolo Pam a Charlotte—. Sí, Mike, aprobaste —<br />
dijo Piccolo Pam en su tono de voz más condescendiente, el cual, en apariencia, tuvo<br />
el efecto deseado en Mike y en Charlotte también.<br />
Mike soltó a Charlotte de la muñeca y Piccolo Pam la escoltó de vuelta a su<br />
pupitre. De camino iba mirando al suelo, a los pies de los demás compañeros, en<br />
busca de nombres, y se enteró de más de lo que quería saber de ellos por su calzado.<br />
«Mike» llevaba botas gastadas, cómo no, con sus gruesos dedos gordos al aire.<br />
«Jerry» llevaba unas Birkenstock muy hippies. «Abigail», chorreando agua sucia,<br />
llevaba chanclas, las venas verdiazuladas claramente visibles en los empeines y en<br />
sus pálidas piernas desnudas; Charlotte no pudo abstenerse de levantar un poco la<br />
vista y observar que la chica llevaba un bañador del colegio. «Suzy» iba descalza y<br />
tenía el cuerpo cubierto de pies a cabeza de rasguños; con nerviosismo, se cercioraba<br />
de que ninguno de los demás compañeros la miraba y a continuación clavaba una<br />
afilada uña en sus costras. Charlotte fingió no haberla visto.<br />
Eran a cada cual más repulsivo, pero en el contexto de la clase todos encajaban a la<br />
perfección. «¿Cómo me verán a mí?», se interrogó. «¿Acaso encajo yo también?»<br />
No es que ella se sintiera en modo alguno diferente, la verdad, desde que<br />
«llegara», salvo por la «voz de rana» que le brotaba de la garganta. ¿Seguía siendo la<br />
misma chica rara, alta y delgada que había sido en vida? ¿Con la misma mata de pelo<br />
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