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Tonya Hurley Ghostgirl<br />
De regreso a su mesa, Damen pasó junto a ellas de nuevo y Charlotte le siguió con<br />
los ojos, como un decidido postor observando un bolso de Chloé en eBay.<br />
—¿Y no has contemplado la posibilidad de que el Destino haya intervenido<br />
precisamente con el fin de separaros al dejarte morir? —intervino Pam—. ¿De qué tu<br />
Destino sea éste?<br />
Charlotte no contestó; estaba sumida en sus pensamientos. La negativa de<br />
Charlotte a aceptar su situación tenía ya muy preocupada a Pam, de modo que<br />
decidió tomar cartas en el asunto.<br />
—Además, Charlotte, tienes otro problema y gordo —dijo Pam, y sin más se puso<br />
de pie sobre la silla y empezó a chillar, a hacer caras y a agitar los brazos en dirección<br />
a Damen—. ¡¡¡DAMEN!!! —gritó Pam con todas sus fuerzas.<br />
—¡Pam! ¡Por favor! —suplicó Charlotte.<br />
Cuanto más le rogaba Charlotte que cesara, más insistía ella. Y cuanto más se<br />
entusiasmaba, mayor era la intensidad con que el sonido del flautín brotaba de su<br />
garganta.<br />
—¡¡¡SOPLAGAITAS!!! —le chilló Pam a Damen señalándose la laringe.<br />
Charlotte esperó a que Damen se acercara hecho un basilisco, pero no hizo nada<br />
parecido. Es más, no reaccionó en absoluto. Nadie lo hizo.<br />
—Las cosas han cambiado, Charlotte —dijo Pam tomando asiento—. Ya no es<br />
cuestión de si Damen te pide salir o no. Es que ni siquiera te ve.<br />
Dicho esto, la frustración en la voz de Pam se metamorfoseó en un tono más<br />
suave.<br />
—No te queda otra que aceptarlo —dijo, y extendió el brazo para apoyar la mano<br />
sobre el hombro de su amiga—. Por algo lo llaman vida sentimental. Los<br />
sentimientos amorosos son para los vivos.<br />
En vez de mostrarse defraudada o desalentada, la mirada de Charlotte adquirió<br />
un brillo inusitado, como si Pam acabara de descifrar el enigma de la Esfinge.<br />
—Tienes razón… —proclamó Charlotte, y abrazó a Pam y le plantó un beso de<br />
agradecimiento en la mejilla—. ¡Ni siquiera me ve!<br />
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