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juvenil- ghostgirl- tonya hurley

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Tonya Hurley Ghostgirl<br />

«Mierda» fue la palabra que se le ocurrió que definía mejor su situación, plantada<br />

como estaba en un charco de excremento fresco de pájaro.<br />

Mierda, sí. Permanecer medio atrapada en una puerta para el resto de la eternidad<br />

no era una perspectiva demasiado atractiva, que se diga, y el inconveniente del<br />

asunto este de la intangibilidad era que tenías que entrar y salir pero que muy<br />

rápido.<br />

—¡Esperemos que la cosa vaya poniéndose más fácil! —gruñó Charlotte mientras<br />

tiraba lentamente del resto de su cuerpo hacia el otro lado de la puerta.<br />

Charlotte subió las escaleras y buscó a Damen y Petula. Escuchó unas voces al otro<br />

lado de una puerta en el pasillo y se dirigió hacia ella. Este allanamiento de hogar se<br />

le antojó, al igual que la visita anterior al vestuario, más que excitante. Era como leer<br />

el correo electrónico de otra persona. Aun así, el sentimiento de culpabilidad no era<br />

tan profundo como para echarse atrás. Asomó la cabeza a través de la puerta, que en<br />

esta ocasión presentó menos batalla.<br />

La habitación era un auténtico santuario de Petula a sí misma. Tan exento estaba<br />

de modestia que daba miedo, repleto como aparecía de fotografías suyas y otras no<br />

tan favorecedoras de sus amistades. Ella eclipsaba al resto, intencionadamente.<br />

Después de todo, era su habitación. Damen estaba tirado en la cama mientras Petula<br />

andaba enredada en el vestidor, cambiándose de ropa.<br />

—Oye, y qué me dices de la chica esa que se ha muerto en el instituto… —le gritó<br />

Damen a Petula.<br />

—Se ha acordado —dijo Charlotte, la cabeza asomada a la puerta como la de un<br />

alce en la pared de un cazador.<br />

Petula no contestó. Imposible saber si es que no escuchaba o es que no le<br />

importaba lo más mínimo. Fuera como fuese, Damen se levantó para acercarse al<br />

vestidor y se detuvo ante un maniquí en el que Petula había estado diseñando y<br />

probando su vestido para el Baile de Otoño. Tiró de un par de hilos sueltos e insistió<br />

en el tema.<br />

—Es… Bueno, era mi compañera de laboratorio. Qué mal rollo, ¿eh? —le preguntó<br />

a Petula, con leve pesar.<br />

Y nada.<br />

Entre tanto, Charlotte atravesó la puerta del todo y se acercó al busto, ante el cual<br />

se encontraba Damen. Lo rodeó y se plantó de cara al Hombre de sus Sueños, sin<br />

nada que los separara salvo el torso del maniquí y el vestido encajado en él. Con sólo<br />

un paso, Charlotte hizo desaparecer la distancia entre ambos, introduciéndose en el<br />

busto, y en el vestido también.<br />

—Bonito vestido—murmuró Damen, inspeccionándolo más de cerca.<br />

—Gracias —susurró Charlotte con una sonrisa.<br />

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