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Tonya Hurley Ghostgirl<br />
La despedida fue breve y embarazosa, ninguno sabía si procedía un beso en la<br />
mejilla, un abrazo o un apretón de manos, y lo que debiera de haber sido un<br />
momento de ternura se transformó en una despedida de piedra-papel-tijera.<br />
—Mmm, gracias —dijo Scarlet—. Lo he pasado… —se estrujó el cerebro para dar<br />
con la palabra idónea, pero lo único que se le ocurrió fue una torpeza—… bien.<br />
—Sí, yo también —Damen asintió tímidamente—. ¿Nos vemos… pronto?<br />
Ninguno de los dos reparó en Petula, que los observaba con rencor desde la<br />
ventana de su dormitorio. Ni se les pasó por la cabeza levantar la vista; era noche de<br />
sábado, y para Petula Kensington quedarse en casa el sábado por la noche era algo,<br />
bueno, totalmente amish.<br />
Damen descendió el paseo de piedra como en tantas ocasiones anteriores, pero<br />
notó que esta vez la sensación era del lodo distinta. Se metió en el coche, pulsó el<br />
selector de CD de su estéreo Bang & Olufsen, y mientras escuchaba Transatlanticism<br />
revivió cada detalle de la noche.<br />
* * * *<br />
A la mañana siguiente, Scarlet se acercó a la taquilla de Damen para pegar en la<br />
puerta una nota de agradecimiento, pero se percató de que estaba abierta y decidió<br />
dejársela en el interior. El último ejercicio de Física estaba apoyado contra la puerta y<br />
se deslizó hasta el suelo. Ella lo recogió y reparó inmediatamente en el grande y<br />
grueso «MD» que aparecía escrito en tinta roja en la parte superior del papel.<br />
Scarlet supo que el suspenso no era de Damen; era suyo. Sin pensárselo dos veces,<br />
corrió por el pasillo hasta el ala abandonada del instituto, respirando hondo y<br />
tragándose su orgullo por el camino.<br />
No había señales de vida en aquella ala del edificio. Llevaba en obras más tiempo<br />
del que nadie podía recordar, pero no parecía que éstas avanzaran ni que siquiera<br />
existiera algún plan para acometerlas. Era un lugar perdido en el tiempo, un lugar<br />
olvidado. Al menos así le pareció a Scarlet.<br />
Arrancó algunos de los listones sueltos de madera que tapiaban el ala del resto del<br />
instituto y entró. Olía a ancianidad y a cartón mojado. Recorrió los pasillos,<br />
asomándose a distintas aulas, pero no vio a nadie, «nadie» que fuera Charlotte.<br />
Scarlet empezó a temerse que lo mismo le había ocurrido algo o que tal vez ya no<br />
podía verla debido a la discusión en la fiesta S.P.A. Lo mismo Charlotte se había ido<br />
para no volver.<br />
Scarlet se asomó por las sucias ventanas al patio interior del ala cuadrada. El patio,<br />
invadido de hierbajos y hiedra, el pavimento agrietado y bancos y estatuas de piedra<br />
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