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Tonya Hurley Ghostgirl<br />
—¿Qué haces que no estás por ahí sintiéndote excluida? —le dijo Wendy<br />
Anderson con condescendencia.<br />
—Disculpa, no hablo pendón —contestó Scarlet, que subrayó lo último levantando<br />
con ordinariez el dedo corazón, en un gesto tan amenazador como el que Wendy<br />
empleara antes con las pobres novatas. Wendy captó la directa.<br />
Petula pasó rozando a su hermana, ignorándola por completo, y salió por la<br />
puerta en el instante mismo en que sonaba el timbre.<br />
Scarlet se quedó atrás reflexionando sobre cómo era posible que estuvieran<br />
emparentadas. De pronto sintió frío y paseó la mirada por la estancia vacía.<br />
—¿Charlotte?<br />
No hubo respuesta. Charlotte estaba fuera, esperando a que salieran Petula y las<br />
Wendys. Sabía que las tres tenían Educación Vial a primera hora con el profesor<br />
González, y no quería dejar pasar su oportunidad.<br />
Charlotte echaba una última ojeada a la página sobre posesiones de su libro en el<br />
instante en que el triunvirato salió por la puerta del instituto. Estaba nerviosa, al fin y<br />
al cabo era su primera vez, y trató de calmarse convenciéndose a sí misma de que<br />
sólo tenía que actuar con naturalidad. Con todo, no dejaba de ser el gran momento.<br />
Estaba a punto de meterse en Petula Kensington. De ver el mundo a través de sus<br />
ojos, de sentir con sus dedos, posiblemente de besar con sus labios. De bajar la<br />
mirada y contemplar un cuerpo perfecto de curvas en su sitio.<br />
Quizá estuviera de moda entre las guapas presentadoras de los telediarios<br />
enfundarse en sus trajes de gorda e irse de chaboleo para experimentar «el prejuicio»,<br />
pero Charlotte buscaba justo lo contrario: una oportunidad de sentirse aceptada.<br />
Admirada. Popular. Petula era el traje perfecto, con su vida perfecta y su novio<br />
perfecto, y era toda suya. Por una vez tenía la oportunidad de coger la sartén por el<br />
mango y hacer sus sueños realidad.<br />
Entre tanto, Petula había ocupado el asiento del conductor y se retocaba el<br />
maquillaje en el espejo lateral con el motor al ralentí. Dejó la puerta abierta a fin de<br />
ofrecer a quienes quisieran verla una buena perspectiva de sí misma instantes antes<br />
de abandonar el recinto del instituto. En ese sentido era muy generosa. Wendy<br />
Thomas y Wendy Anderson se acomodaron en el asiento trasero, dejando la puerta<br />
del acompañante abierta para el profesor, que se encontraba de charla con un colega.<br />
Petula, harta de esperar a que González diera por concluida su conversación,<br />
decidió empezar sin él la clase de Educación Vial. Solamente ella podía abandonar<br />
las instalaciones del instituto en un coche de Educación Vial, sin profesor y sin<br />
permiso de conducir, y tener la certeza de que saldría inmune.<br />
—En honor al profesor González, andémosle a Taco Hell —les sugirió a las<br />
Wendys, como si tuvieran alguna opción.<br />
—Suena bien —dijeron ambas totalmente conformes.<br />
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